Supongo que no puedo pedirte eso. Que ya te pido demasiado.
Tengo un corazón herido, y tú ya cargas con mis cicatrices. No puedo pedirte que las cures.
Mensajes, palabras y canciones que llenan mi mente. Todo junto
Supongo que no puedo pedirte eso. Que ya te pido demasiado.
Tengo un corazón herido, y tú ya cargas con mis cicatrices. No puedo pedirte que las cures.
Y es entonces cuando te das cuenta de que el mundo sigue girando. Más allá de tu propio mundo, más allá de esa habitación, más allá de la noche y más allá de la calle… el mundo sigue girando. Mientras das un paseo de madrugada un miércoles, alguien duerme, alguien tendrá que madrugar al día siguiente. Mientras estás encerrado en una habitación, viendo una película, compartiendo momentos, más allá de esas paredes, la vida sigue.
Pero yo no quiero bajar. Que siga, no importa. Está bien así… para mi está bien. Que todo parece arreglarse a las 2 de la madrugada. Que todo parece arreglarse con ver una película. Que todo parece arreglarse con una sonrisa, con unas palabras, con un beso. En un 5º piso. Y morir a cosquillas. Y dormir. Y despertar. Sin problemas.
«Que no pasen las horas,
que nos pille la lluvia
cantando a las farolas. «
No estoy muy inspirada, pero algo haré (y queda para el día 1…. ya sabes).
Julio – Agosto. Recuerdo… descartar direcciones. Caminar mucho hasta dios-sabe-dónde.
Recuerdo Castrelos. Subir, bajar. Hablar de perros y otras cosas. Y música. Recuerdo caminar por no sé donde, pasando por no sé qué caminos en medio de muchos árboles. Y llegar a un banco de piedra. Y escuchar música. Y hablar. Volver subida a caballito y pasar por el Gran Vía.
Recuerdo Vigosónico y el concierto de The Unnamed. Uno que no baila y yo, quizás, dándolo todo. Poca gente, pero conciertazo (si es que son un buen grupo). Marginarnos, un rato, como siempre, y una especie de jardín de piedras de cantos rodados y que hacía ruidos raros. Un autobus de vuelta y yo con miedo a volver. No sé si fue ahí cuando apoyé mi cabeza (perdón, tengo mala memoria).
Recuerdo Bouzas y aquel día. Pararnos en la playa a comer galletas, escuchar música y descansar un poco. Allá, cerca de la casa del mar (lugar en donde tengo, además, otros recuerdos punzantes). El viento, como siempre, moviendo mi pelo, que no sabe estarse quieto. Seguir caminando y pararnos un poco más adelante. Sol, hacía sol. Y poco a poco iba anocheciendo. Detenernos de nuevo (creo que yo ya estaba agotada), enfrente de la playa de Samil, y seguir escuchando música (se intentó). Bus y para casa. Y es que con música la cosa cambia.
Recuerdo un 1 de Septiembre en Gran Vía. Mojarte es divertido, siempre es divertido. Y escuchar música abrazados. Quizás aquel día era diferente. Una semana para irme… y «te vas» me dijiste. No sé por qué, pero no pude evitar llorar. Y luego me reí, y lloré, y te odié. Te odié mucho. Te sigo odiando mucho (?) (xP).
Recuerdo 3 días más tarde, el día de mi examen de japonés. Y espero que no hayas olvidado muchas de las cosas que te dije. Todos los defectos (los muchos defectos) que tengo y todas mis paranoias. Mis ralladuras de cabeza y algunos errores que he cometido. Y espero que me creas cuando te digo… que te quiero.
Y es que días así………. no tienen precio. Peli :DD Ositos *.* dormir (JAJAJAJAJAJAJA no puedo D: no es justo!) lluvia, paseo…. ¿quieres pizza? eh? eh? eh? :DD Y mi prima, que es como yo xDD Droooghaaa~~~~
Entrada sin sentido, pero… ¿qué le quieres? Hoy estoy fiuuu~~~~
1 año.
Y qué rápido pasa el tiempo sin que apenas te des cuenta.
Y con qué facilidad aprendes a vivir sin esa persona.
Y, cada vez, te vas acordando menos de ella.
Ya no aparece en tus sueños, ya casi te olvidas de su voz. Empiezas a hablar del tema, sin complicaciones, sin importancia, sin miedo.
Y, a veces, piensas que aún no lo has aceptado. Sobre todo cuando te paras a pensar y te das cuenta de que ya ha pasado un año, y que el 31 de Octubre, otra vez, vuelve a llover.
Bienvenidos a mi mundo, donde de la mañana a la noche, el cielo se nubla. Amenaza lluvia. Y ya veremos que tal mañana (es lunado, debería ser un buen día)
Vamos a contar la historia de cómo un número se volvió por tontería, de cómo una casualidad puede hacer que te rías toda una noche, sola, y cómo es posible que una persona sea capaz de aguantarlo. Vamos a contar la historia de cómo intento hacer todo aquello que juraría que no haría, de mis sonrisas entre beso y beso y de aquel chico odiable, pegable y comestible. De cómo el aburrimiento se convierte en tardes de música y paseos largos pero cortos. Porque el tiempo pasa rápido cuando menos te lo esperas. Y, de repente, ya es octubre. 1 de Octubre. Empezamos bien el mes.
¿Y qué diría? O quién me iba a decir a mi que yo estaría haciendo esto a día 1 de Octubre. Y que me acostumbraría a despedirme de ti un viernes o sábado diciendo un «Nos vemos», aún sabiendo que en una semana no te voy a volver a ver. O que acabaría por echarte de menos un miércoles. Y quién me iba a decir a mi…
9010. Es gracioso (aunque tú no le pilles la gracia). Porque para mi un número nunca fue importante. Porque siempre dije que yo nunca le daría importancia a una cosa de esas. Y, por extraño que parezca, que sea el día 01 me hace ilusión, a la vez que pienso que es una tontería. Porque es una tontería. Una tontería muy tonta.
Pero, al fin y al cabo, empezamos bien el mes.
Firmado: una cabra tralarí =DD (xP)
Pero creo que esta vez… me he perdido. O quizás solo me sienta un poco perdida (creo que tu ya me entiendes). Y es el no saber donde voy a estar, qué voy a hacer ni con quien estaré. El miedo a llegar, le llaman. Y se supone que también hay que tener valor para marcharse, pero no estoy segura de tener de eso. Cuando he pasado de nada a todo en escasas semanas. Y es en apenas dos horas cuando la brutalidad de las palabras cae sobre mi. «Me voy». Eso dije. También lo dijo él. «Te vas». Creo que me di cuenta de que era cierto. Me iba. Y la música dejó de sonar. Es triste cuando la música deja de sonar, supongo.
Intentar pensar en positivo…. Tampoco me voy tan lejos, ¿no? Intentar no pensar en ello… Casi sentí como si fuera una despedida, cuando sentía que ni siquiera habíamos llegado a conocernos. Y sin embargo, pude sonreír Sonreír y llorar al mismo tiempo. Quizás es estúpido.
Es difícil creer que no queda nada, que no queda tiempo. Que se acaba el verano. Que no solo se acaba el verano. Que me siento perdida y que hay tardes que me encuentro. Que, cuando no sé donde estoy ni con quien estoy, ni donde estaré ni quien es la gente que está a mi lado. Cuando no sé ni quienes son ellos, cuando solo sé quién soy yo, cuando no sé a dónde voy ni qué estoy haciendo… A veces, alguna tarde, me encuentro. Y no me siento tan perdida, porque no importa. Quizás es eso. Quizás. Tengo un plan Z, en la octava dimensión, en la tercera luna. Y sin rumbo, y sin camino. Y sin saber a dónde voy, ni qué voy a hacer.
Y, de pronto, vuelve la realidad. Me voy. No al fin del mundo, no demasiado lejos. Pero es cierto, la vida cambia, el mundo sigue. Y a veces el camino se hace cuesta, una cuesta arriba. Pero «sigue tu camino», dice. Y seguir el camino toca. Aunque te choque la realidad, aunque te cueste aceptarla…. Sigue tu camino y no te arrepientas. Sigue tu camino, siempre hacia adelante. El mundo va a seguir girando, ¿no? No te detengas y sigue tu camino.
Eso sí, te echaré de menos.
Y esta vez es estúpido. Estúpidamente. Como siempre. Y realmente no tengo motivos, solo expresar una sensación estúpida que me ha llenado… estúpidamente. Porque no lo entiendo. Porque ni siquiera creo que quiera entenderlo. Porque no encuentro una razón, una explicación. Ni quiero encontrarla.
Quizás no sepa cómo expresar mis sentimientos. Tampoco sé si debería intentarlo. Tampoco quiero dar detalles. Solo las gracias. Y nadie sabrá por qué. Y nadie dirá nada. Y nadie preguntará nada. Porque no merece la pena.
(He construido un recuerdo con una canción. Y ahora esa canción me trae ese recuerdo. Como una suave brisa en mi oído)
Escribamos algo. Algo que vaya más allá de los límites. Algo imposible. Una historia que empiece por el final y acabe en el principio. Un cuento que no termine. Escribamos del revés. Escribamos con letras ilegibles. Hagamos que lo improbable sea probable y posible. Tracemos sueños con las manos y permitamonos soñar con las palabras. Un poder que va más allá de cualquier límite. Si, eso, soñemos.
Soñemos. ¿Soñar? ¿Soñar con qué? Imagínate un mundo. Imagínate un universo. Y, bajo ese millón de estrellas, imagínate a ti. Un ínfimo punto. Ahora, sueña. Porque, a pesar de todo, a pesar de nuestra diminuta existencia, seguimos soñando. Tenemos la capacidad de soñar. De cerrar los ojos, de día o de noche. De soñar incluso despiertos. Sentados en la orilla del mar o mirando las estrellas. Esas mismas estrellas que te recuerdan lo pequeño que eres. Y, sin embargo, sueñas.
Tambien puedes tratar de poner esos sueños en un papel. Donde las palabras y los sentimientos se mezclan. Donde los pensamientos se transforman en algo más que palabras en tu cerebro. Cuando llegan a ser y se convierten en una manera de desahogar todo eso que llevas dentro. Esos pensamientos que nadie sabe. Esos secretos que ocultas entre las palabras. Esos sentimientos que nadie conoce. Y en el fondo te preguntas… ¿alguien ha llegado a conocerte realmente? Y es posible que, quizás, tal vez, seguramente, nadie lo haya hecho.
Porque, en cuanto a sueños, nadie ha conseguido descifrar mis palabras.
A veces las palabras se amontonan en mi cabeza, se mezclan con los sentimientos, se pisan unas palabras con otroas, se plantan cara, se provocan, se pelean y, al final, acaban perdiendo todo su significado. ¿Qué hacer entonces? Mejor no decir nada.