A quien te dejó marchar

Entrada sacada del blog Compartiendo macarrones, a través de Eva Cp en Facebok

Leí una vez, que cuando no podemos expresar nuestros sentimientos porque las palabras se agolpan en la garganta, cuando no nos va a escuchar quien tiene que hacerlo o cuando, simplemente, es mejor quedarse en silencio, lo mejor es escribirlo. Y funciona. Me funcionó en su momento. Hoy, me he visto reflejada en las pupilas de un desconocido y me he reconocido, tiempo atrás, en una situación similar. Por ello, he escrito estas letras. Para todas aquellas personas que necesitan decirse algo a sí mismas y a alguien en especial.
No se trata de rencor, no se trata de querer y no poder. Que no queremos cambiar nada y de nada serviría poder hacerlo. Simplemente, se trata de leer estas palabras, y sobre todo, de que alguien las lea. Porque en algún momento de tu vida, alguien te dejó marchar, y aunque haya llovido bastante desde entonces y sus huellas se hayan borrado por completo, de vez en cuando, recuerdas que un día alguien te dejó marchar. Y hoy, simplemente, quieres darle las gracias porque sin él, o sin ella, y esos días grises, hoy todo sería diferente. Por lo que, a quien nos dejó marchar le doy las gracias, por habernos construido.
Hubo días malos. No vamos a fingir que no ha sido así. Hubo días muy malos. No sé si los hubo para ti, me imagino que sí. Cuando algo se acaba, aunque una de las partes esté totalmente convencida, siempre duele. No porque tengamos alguna duda, ni porque no lo deseemos, sino porque en algún momento, cuando todo comenzó, pensamos que el final no llegaría nunca. Y sin embargo, llegó, porque todo acaba, de una manera u otra.
Pero también hubo días buenos. En los que comparas, y te das cuenta de que tal vez es mejor así. Y que, probablemente, hubiera sido mejor así desde hace más tiempo del que queríamos creer. Que nos aferramos tanto a algo, simplemente por rutina o por comodidad, que olvidamos todo lo bueno que nos estamos perdiendo. Y me resulta sorprendente, cómo una persona puede cambiar por su pareja, moldearse hasta perder su esencia y volverse en blanco y negro, perder todo el color.
No te deseo nada malo, de hecho, espero que encuentres el amor y, que esta vez, no tenga punto final. Digamos que este es momento “Someone like you” de Adele pero, bromas aparte, has de saber que no hay aversión en mis palabras. Que, simplemente, las cosas no siempre salen como queremos. Que esa frase de “no eres tú, soy yo” tiene más sentido de lo que queremos creer. ¿Que qué pasó? La vida. De nada sirve estar con alguien por pena o compromiso, simplemente es alargar lo inevitable. Has de saber también, que las cosas se pudieron hacer mejor, pero que tampoco es fácil. Que los hechos se van desencadenando un poco al azar y otro poco con la mala suerte.
No lo sé. No sé qué pudimos haber sido. Y ahora, la verdad, no me importa. Me importó en su momento, y esa idea rondó por mi cabeza hasta que mi imagen de ti se difuminó y se perdió entre mis recuerdos. Porque, si algo tengo claro, es que siempre permanecerás ahí, en alguna parte de mi memoria, como alguien especial. Que si nos encontramos, no quiero que actuemos como desconocidos, porque si algo duele realmente es fingir que algún día no fuiste importante para mí.
Pero alguien ocupó tu lugar. No tiene por qué ser una pareja. Tal vez fue una amiga, un amigo, tal vez un familiar, un compañero, un hobby. Y, obviamente, alguien ocupó el mío. Y así es como ha de ser, no quiero huecos vacíos en ningún corazón. Pero también tengo que decir, a quien me dejó marchar, que es una decisión con la que tendrás que cargar el resto de tus días. Que puedo prometerte, que jamás encontrarás alguien como yo, al igual que estoy segura que nunca conoceré a nadie como tú. Porque todos somos únicos, inigualables, especiales desde los pies a la cabeza. Que nadie te volverá a mirar con los mismos ojos, ni te sonreirá de la misma manera. Que nadie volverá a hacerte reír del mismo modo. Ni a hacerte llorar. Y tal vez, en algún momento, cuando creas que me olvidaste, alguien pasará a tu lado con mi perfume y durante unos segundos volverás tiempo atrás. Y pensarás. Pensarás en mí.
¿Sabes qué creo? Que un día cualquiera, una mañana cualquiera, después de un tiempo, te despertarás con alguien a tu lado y te darás cuenta de que me echas de menos.
Hay historias que nunca acaban pero, del mismo modo, hay otras que nunca llegaron a empezar. Te deseo lo mejor a ti, y a quien te dejó marchar, por hacernos libres.

Estúpidas pesadillas que siempre vuelven. Una y otra vez.

Pesadillas en Noviembre (Abril – La fuga)

Esta canción me recuerda a mi propias pesadillas.

La fuga – Abril
http://www.youtube.com/watch?v=Y2s3slO20HY&w=420&h=315

 

¿Dónde vas metida en ese viejo abrigo gris? Si nadie espera en la casa, ¿para qué llegar?
Sin rumbo, aburrida, cansada de trabajar 

¿Dónde están los buenos amigos que nunca se iban a ir?
¿Los besos que por la noche te hacían volar?
¿Los labios que siempre decían sí?

Maldito abril, maldito abril, maldito abril.
Solo viene a recordarte que ya no eres feliz.

¿Dónde vas?
Cruzas, sin prisa, las calles de tu barrio gris.
El príncipe azul fue marrón y no quiso llamar:
Ahora, el espejo escupe toda la verdad.

¿Dónde están las noches sin pastillas para dormir?,
¿Las penas que solo eran penas para los demás?,
¿La colección de promesas por cumplir
Y así, sin más, fue mi pesadilla. 

No podemos salvar a nadie.

¿Por qué no podemos salvar a nadie? A veces tenemos que asumir que las cosas son así, afrontarlas tal y como vienen. Que la vida no nos regala nada y es la muerte la que va a ganar al final.

La muerte.

Este es un tema que siempre ha estado conmigo, con mi familia. Crecí con una sola abuela. Mi madre no tenía padres cuando yo nací, y mi padre solo tenía una madre. Mientras mis amigos y conocidos tenían una «familia feliz» e iban a comer con los abuelos, en mi familia eramos «cuatro». Y nunca tuve ningún problema, no sentí pena por ello.

Siempre piensas en la muerte como algo lejano, algo que a ti no te pasa, que no le pasa a nadie cercano a ti. Al menos eso creía yo. Hasta que me tocó vivir una de mis pesadillas. Y esas son las peores.

Ayer revivi parte de esa pesadilla. Volví a sentir su dolor, volví a sentir a la señora Muerte cerca de mi, muy cerca. Llevandose gente como siempre hace. Y no lo puedes evitar, no puedes hacer nada. Solo estar ahí, impotente, dejando el tiempo pasar, dejando que el tiempo se lleve el dolor. No lo puedes remediar.
 Recuerdos. De abrazos, de personas con las que ya no te hablas. En su momento fueron de gran ayuda. Momentos de tu vida que no se irán de tu cabeza.

Aprendes a vivir con ello. Poco a poco, a base de pérdidas, deja de afectarte tanto. Tomas la muerte como parte de la vida. Y empiezas a pensar en ella. Es parte de la vida.
¿Como te gustaría morir? ¿Donde? ¿En qué mes del año? ¿En qué momento del día? ¿Que sería lo último que dirías? ¿A quién?

A mi me gustaría morir una soleada mañana de primavera. Mayo estaría bien. Me gusta mayo. Sobre los motivos… Me gustaría morir en un accidente de tráfico. O de cáncer. Son mis dos opciones.

A algunos esto le parecerá incluso macabro y de mal gusto. Pero la muerte es parte de la vida. También hay que pensar en ella, interiorizar el concepto, hablar sin pudor. Si piensas en cómo te gustaría que fuera tu próximo cumpleaños, ¿por qué no vas a pensar en cómo te gustaría que fuese tu muerte? Es más, deberías hacerlo. Y hablar de ello.

Debo despedirme de Ella.

Este va a ser el último post de mi blog que habla de Ella, las últimas palabras, el último pensamiento.

Y creo que va a ser una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer en bastante tiempo. Pero es necesario.

Empezaré por el principio, por donde empiezan todas las historia. Primero hay que contar su historia, si no no te puedes despedir bien. No estoy triste, estoy feliz por escribir esta entrada (que sé que no leerá), por despedirme. A veces no te queda más remedio que asumir las cosas y dejar ir a las personas, porque es lo que hay que hacer. Tienes que sentirte mejor contigo misma y un adiós es una forma de hacerlo.

Todo empezó un día, en un pabellón de deportes, mientras leía (o leía, la verdad es que no me acuerdo) un libro de Harry Potter. Eso nos unió. Y todo lo demás. El anime (Detective Conan), el japonés, los comics, el manga, las películas, Harry Potter, la magia, los sueños. Todo lo demás.

A veces la cuidaba. Me quedaba a dormir en su casa. Escribíamos en una libreta. Le contaba un cuento antes de irse a dormir (y, a veces, se quedaba dormida). Y, si se encontraba mal, alguien le acariciaba el pelo. Era (y sigue siendo) como una niña, con su inocencia y sus temas infantiles. Inmadura (aunque quien soy yo para juzgar la madurez de alguien).

Todos esos eran buenos recuerdos. Ella reía y lloraba por igual. Se emocionaba. Era una persona muy sensible y empática. Quizás solo con los cercanos, y no tanto con lo que están lejos. No supimos conservar la amistad estando lejos y ahora está todo completamente… roto.

Pero así como dos personas se unen, se separan, cambian y se rompen. Quizás de manera irreparable.

El no quedar, el no poder quedar, el no confiar, el no arreglarlo, todos esos «noes», me han llevado a conocer una felicidad que no había conocido hasta ahora (bueno, hasta hace poco). Eso es positivo. El saber dar amor a alguien a quien amas. El saber compartir, hablar, tener confianza. Esos fueron, en parte, todos los regalos recibidos a cambio de muchos «noes».

A veces las pérdidas pueden (y deben) ser ganancias, un «no» dará paso a muchos «sí».

Hoy, por última vez, tomo una decisión, decido dar un «no», con la esperanza de que, en algún momento, se transforme en un «sí», en otro sí cualquiera.

¿Es necesario? Sí, por supuesto que sí.

A veces tienes que dejar de pensar en los demás, pensar un poco en ti misma. Dejar de atormentarte de lo que hacen o dejan de hacer. De si cuentan contigo o no. ¿Qué más te da? No son «amigos», no son «amigos de verdad» (o al menos, eso creo). No puedes confiar en ellos como lo harías con otras personas (ya que ellos no confían en ti). Por eso son amistades que se rompen. A veces más a menudo de lo que me gustaría.

Pero la vida sigue. Y soy feliz. Eso es lo que cuenta, ¿no? Entonces toca decir adiós. Adiós a los pesares, adiós al pasado, adiós a los problemas (aunque me lo repetiré mil veces y no lo conseguiré). Los problemas solo generan estrés, y el estrés solo genera problemas, creando un círculo vicioso que hay que romper.

Roto.

Never surrender – Skillet

Quizás las canciones de Skillet son demasiado personales para ponerlas en mi blog (no tengo ninguna).

La más personal. Por todos mis motivos.

Never surrender – Skillet

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=DfkOmK6A75A&w=420&h=315]

Do you know what it’s like when,
You’re scared to see yourself?
Do you know what it’s like when,
You wish you were someone else?
Who didn’t need your help to get by;
Do you know what it’s like,
To wanna surrender?

I don’t wanna feel like this tomorrow,
I don’t wanna live like this today.
Make me feel better,
I wanna feel better!
Stay with me here now,
And never surrender.

Do you now what it’s like when,
You’re not who you wanna be?
Do you know what it’s like to,
Be your own worst enemy?
Who sees the things in me I can’t hide;
Do you know what it’s like,
To wanna surrender?

I don’t wanna feel like this tomorrow,
I don’t wanna live like this today.
Make me feel better,
I wanna feel better.
Stay with me here now,
And never surrender.

Make me feel better,
You make me feel better;
You make me feel better…
Put me back together!

I don’t wanna feel like this tomorrow,
I don’t wanna live like this today.
Make me feel better,
I need to feel better.
Stay with me here now,
And never surrender!

Put me back together!
Never surrender.

Make me feel better!
You make me feel better.
Stay with me here now,
And never surrender…

A new beginning

Gritos, lágrimas y una puerta que se cierra. ¿El fin de una etapa? No lo sé.

Tus decisiones construyen tu camino. Y es hora de retomarlo de nuevo en vez de dejarse llevar. Si no te gusta algo, cambialo, ponle solución. De nada sirve quedarse en un pozo si no intentas salir de él. Aunque te caigas, una y otra vez.

Una decisión ya está tomada. Quedan mil más por tomar. Todo un camino por delante.

Y así día a día…

Me desperté a las 8 y media y me levanté a las 9 y 10. A las 9.40 me metí en la ducha y a las 10 en punto ya me estaba vistiendo. Sobre y 20 estaba desayunando. Tendría que estar dentro de 10 minutos en clase y ya estoy vestida, peinada y todo lo demas.

Aún así, no puedo ir, no tengo ganas, no soy capaz, me agobio solo de pensar que tengo que ir y, sobre todo, que tengo que volver despues.

Fragmento VI

– ¿Has pensado alguna vez en qué hay más allá del mundo en el que vives?
– He salido alguna vez de esta burbuja, sí. Y nunca he conocido o visto nada mejor que lo que tengo aquí dentro. Solo he sentido dolor, pena, y muchas ganas de volver. Ahí fuera no soy feliz.
– Una de las ventajas que tiene ese mundo, es que cambia. Aquí dentro tienes tu casa, tu familia, tus amigos de verdad, que no se moverán de ahí por mucho que pasen los años. Pero ahí fuera rigen los cambios, todo se mueve. La gente va y viene, nada es constante.
– Pero los cambios dan miedo, ¿como puede ser una ventaja? No puedes ser feliz, estable, en un mundo inestable.
– Necesitamos los cambios. Cambiar. Aunque solo sea para asegurarnos de lo que tenemos fijo. Participar en el mundo de ahí fuera para cerciorarse de que lo de dentro es real.
Se hizo un momento el silencio. Él continuó:
– Además, hay otro motivo interesante por el que salir.
– ¿Cual?
– La gente. Aunque cambie y nunca sea la misma, aportará nuevas ideas, nuevos puntos de vista, experiencias que nos harán mejorar.
– Pero tambien pueden hacernos daño. – Tembló un poco. – No quiero salir. Me da…miedo.
– Ven conmigo. – Ella lo miró un momento, un poco sorprendida. Lo decía seriamente, sin rodeos.- No es bueno que te quedes aquí encerrada. No tienes por qué salir de tu mundo todos los días, pero tampoco tienes por qué tener miedo. Vengo de ahí fuera, y he conseguido entrar en tu burbuja, abrir esas puertas y llegar hasta ti. No te pido que no tengas miedo… Solo que vengas conmigo. Estaré detrás tuya.
– Está bien.

Confianza… Ya, claro

¿Confianza? ¿Qué es eso? La perdiste. Te la quitaron, poco a poco, lentamente. A base de desilusiones, de noches largas, de mañanas tristes. Y que a nadie le importara. Y a nadie seguía sin importarle.
Al final, te das cuenta de que…

Y dejas de confiar.
¿Y tu familia? ¿Qué dice tu familia? Juzga sin saber, y ni se preocupa. Se piensan que…se piensan que. Como si la vida fuera fácil simplemente porque te lo dan «todo», porque no te falta «nada». Y sin embargo tampoco a ellos puedes contarles el más mínimo problema. Sólo te crea quebraderos de cabeza.
¿Y la amistad? La gente juzga sin más. Justifica. «Será un mal día». Ojalá. ¿Como confiar en ALGUIEN con tal panorama? No escuchan y emiten juicios de valor. ¡Qué valientes!

Y asi es como se pierde la confianza. En casi todos (salvo UNA persona… Qué triste).

Las 6 de la mañana.

¿Como es posible que sea «un mundo feliz», si de «feliz» tiene más bien poco? Cuando son las 6 de la mañana y sigo aqui, despierta, incapaz de tumbarme y dormir. No quiero cerrar los ojos.

Discusiones sin sentido. Así se le quitan todas las ganas a uno de seguir… El amor se rompe con pedacitos de desilusión. Y a veces siento que poco a poco se va rompiendo. Eterna frialdad. Me da igual todo.