Las cosas claras, el chocolate espeso

Y ahora que en tu cabeza ya hay algo formado, una explicación, una narrativa que te ayuda a transitar por el dolor, por el duelo y por la pérdida. Ahora que ya sabes que no eres culpable. Que su verdad no es tu verdad y te has apartado de esa visión negativa que te hacía daño. Ahora que has identificado los patrones y los ves con tanta claridad, sabiendo su utilidad y lo que significan para ti. Pudiendo nombrar exactamente lo que te duele. Ahora que tu cabeza está en calma y tu mundo interior en paz consigo mismo….

¿Cómo volver ahí?

Y no es que quiera volver a donde me hicieron daño. No es que esté buscando un perdón o un reconocimiento que nadie va a aceptar. No espero que me entiendan, pues reconozco que no tienen la capacidad de entenderme. Y que no es por mi, que no soy yo «el problema». Dentro del grupo funciona, pero a mi eso que funciona me ha hecho daño durante muchos años. Y no lo pude ver, no pude entenderlo, no me di cuenta antes. Ahora es tarde.

No quiero volver a esa dinámica. Pero sí que me gustaría volver a sentirme «bien» con esas personas. Volver a sentirme cómoda. A mi nunca me ha importado el nivel de intimidad, ni de confianza. Me molesta la falta de honestidad o el «miedo» a hacerme daño, cuando ese daño viene del paternalismo constante. Pero ya sé lo que no debo buscar. Lo que no voy a encontrar.

¿Como acepto que, aunque no lo encuentre, esas personas pueden seguir siendo una razón para vivir? Una de tantas, pero una. Volver a sentir esa pertenencia. ¿Cómo empezar? ¿Cómo se abre ese melón? Sin acusar, sin actuar desde el dolor. ¿Cómo reiniciar?

Este año me esforcé mucho para que fuera el mejor año. Me casaba, todo iba a estar bien. Pero todo empezó a torcerse más y más. Decepciones constantes, estrés, agotamiento y un sentimiento de no ser suficiente, de no hacer suficiente, de no intentarlo lo suficiente. Siempre insuficiente. Y el dolor. El dolor más agudo que he sentido nunca. La noticia primero, la pérdida después. La despedida. Y el resto de pérdidas que vinieron unas tras otras.

Me esforcé mucho para que todo fuera perfecto. Y al final no fue importante para nadie. Acaba el año y todo el mundo puede mirar atrás y pasar por encima de todo. Y yo, con tantos eventos por borrar de mi cabeza.

La discusión inexistente

«estás obviando todo el tiempo el hecho de que ella quiere sencillamente dejar la discusión tal y como está, que no va a querer poner una fecha porque ahora no es el momento, y tú quieres poner una fecha sencillamente por tú sentirte bien«.

Ignoras que la fecha a mi no me aportaba nada más que una organización mental (necesaria para mi, pero no por los motivos que tú crees). Yo no estaba mal por el conflicto y por eso necesitaba una fecha. Yo estaba mal por otros motivos y tener una fecha me ayudaba a poner orden en mi cabeza, pero no me iba a sentir «mejor» ni iba a obtener ningún tipo de beneficio.

«si la otra persona está mal, te ha explicado sus motivos, te dice que no quiere discutir más, etc. Y tú le haces caso omiso y sigues insistiendo«

«La otra persona está mal»… Me dijo: «estoy muy vulnerable y no es un buen momento para mi» y eso lo entiendo. Yo tampoco estaba pasando por un buen momento. Tampoco me dijo que no quisiera discutir más, es que nunca hubo una discusión. Es difícil entender la proporcionalidad de la respuesta si nunca has entendido la situación como un conflicto.

«Si una persona está mal, tú no puedes decirle que tú estás peor porque… Aún por encima para escudarte en una discusión que estáis teniendo entre las dos, porque esto no es una charla en la que tú le estás contando lo mal que estás y ella te está contando lo mal que está. No, no es de eso, no trata de eso.«

QUE DISCUSIÓN? Es que lo que más me enfada de todo esto, es la supuesta «discusión» que estábamos teniendo Carmen y yo. ¿Qué discusión? Qué conflicto? Esa discusión que tú dices que estábamos teniendo NUNCA existió porque dos no discuten si uno ni siquiera sabe que está en una discusión. Yo no tenía ni idea de que aquello era una discusión. Para que haya un enfrentamiento o una discusión tiene que haber dos «bandos», dos «opiniones» enfrentadas. Nunca hubo dos opiniones enfrentadas, hubo un juicio de valor sobre una percepción errónea.

«Tú estás tratando de convencer a alguien para que hable contigo y las razones que tú le estás dando es que tú también lo estás pasando muy mal«

Nunca he tratado de convencer a NADIE para que hable conmigo. Tampoco he dicho en ningún momento que las razones para tener esa «conversación» o esa «discusión» sean porque yo lo estaba pasando mal. Es que lo que yo estaba sintiendo, o por lo que yo estaba pasando, no tenía NADA que ver con Carmen en sí. Sí que tenía que ver con el grupo de amigos, con lo que yo creía tener y que nunca tuve. Estaba mal por la muerte de una idea, el duelo de esa idea, pero eso no tiene NADA que ver con Carmen ni con lo que me dijo.

«has formado una bola de mierda de la nada, de la nada y esto ha sido cosa tuya, o sea, tú solita te lo has armado»

Has visto un fantasma en la habitación y desde esa posición se ha interpretado como «una bola de mierda»… Yo solo he visto una reacción totalmente desproporcionada hacia un mensaje que no fue lanzado con maldad ni para obtener algún tipo de beneficio, sino desde una posición también vulnerable y de agobio. Lo dicho, una cuestión meramente organizativa. Si esto ha sido un conflicto tan grande, si esto se transformó en una «bola de mierda» no es por lo que yo pudiera decir o hacer, sino por la interpretación que los demás pudieron tener de mis mensajes o de mis actos.

«tú tienes una opinión de las cosas que tú crees que dices y eso no va a cambiar, entonces por mucho que yo te diga y te siga diciendo y le sigas preguntando a la gente, da igual, como tú tienes tu opinión y no atiendes a razones de lo que nadie más te dice, de lo que están percibiendo, de lo que tus acciones generan en los demás, pues nada va a cambiar»

Y a partir de aquí basta de paternalismos. La condescendencia y el paternalismo os lo guardáis para quien los quiera, no los necesito. Me hacen sentir inferior, me hacen sentir incorrecta, me hacen sentir mal. Por eso siempre he reaccionado así, porque vuestra «ayuda» y vuestros consejos siempre han venido de una posición «superior», de un «pobrecita que no se entera de nada», de un «lo que yo te digo es lo que está bien, lo que haces está mal»… Y sentís que no me podéis ayudar o que todo lo que hacéis siempre me sienta mal… Y es porque siempre lo hacéis desde esa posición superior, desde un sentimiento moralista que os hace sentir mejores. Como todos los audios que me mandaste.

«es que al final todo lo que haces es en beneficio tuyo y no te das cuenta«

¿Es posible hacer las cosas en beneficio tuyo y no darte cuenta realmente? ¿Te puedes beneficiar de algo sin saber que te estás beneficiando de algo? «beneficio: 1. Bien que se hace o se recibe. 2. Utilidad (provecho)» ¿Qué bien recibo yo de estas situaciones? ¿Cómo es posible que me pueda aprovechar o beneficiar de situaciones que solamente me hacen más daño? Es posible, acaso, obtener algún tipo de beneficio posible en un conflicto emocional? Eso si se entiende que tal conflicto existe.

«a mí sí que me decepcionó bastante el hecho de que entrases en la conversación cuando Ana te pidió que no entrases»

En resumidas cuentas, y para entenderlo yo misma: parece que entendisteis que me metí en Discord porque sentía que tenía «derecho» a estar ahí solo por ser amiga de Carmen y considerarme «íntima«…. Y no sé qué pudo pasar por vuestras cabezas a partir de ahí, yo nunca llegué a sentir ese nivel de intimidad que Carmen presupone en su mensaje… Yo nunca llegué a sentir el dolor que Carmen presupone que me hizo con su mensaje. Nunca llegué a tener ninguna «discusión» con ella como dice Alexia. Si todo esto nunca existió para mi, ¿por qué el castigo se siente tan doloroso, tan «cruel», tan desproporcionado? Me despojaron de toda mi agencia, me quitaron parte de mi humanidad, asentaron una base en prejuicios y desde ahí se montaron una historia en la que yo me beneficiaba de algo, en la que yo tenía un conflicto, en la que yo sentía una intimidad «especial» que Carmen había alimentado. Como si Carmen me hubiera hecho sentir un nivel de intimidad concreto, como si no supiera visualizar unos límites. Presuponiendo que me metí en Discord desde ese punto de «maldad», desde esa «violación de los límites», en vez de entender que NO RELACIONÉ UNAS COSAS CON OTRAS. Puedes llamarlo ingenuidad, inconsciencia, lo que sea. Puedo decir que entendí que las cosas estaban más tranquilas y que podía pasar… Que no supe leer la situación, vale. De ahí a que existiera una «discusión» hay un paso enorme.

923 palabras para explicar una historia inventada

Hola, sí, la verdad es que necesito contarte algo con calma y prefiero hacerlo por aquí, porque sé que si te llamo acabaría mintiendo o suavizando las cosas para que no te duelan, porque soy una cobarde, y eso sería volver a engañarte. Y precisamente lo que no quiero es seguir en esa dinámica, porque no te lo mereces. Eres una buena persona y buena amiga, y no mereces que no te hable desde el corazón.

Lo primero es decirte que te aprecio mucho y te considero mi amiga. Realmente disfruto compartiendo mi tiempo contigo y me gustaría que sigamos haciéndolo. Pero sé que durante mucho tiempo he alimentado la idea de que éramos más íntimas de lo que yo realmente sentía. Y lo reconozco: NO FUI HONESTA.

Lo hice porque me cuesta mucho enfrentarme a los conflictos. Prefería seguirte la corriente antes que arriesgarme a hacerte daño o a discutir.

Ahora me doy cuenta de que al final he creado un problema mayor. Te estoy haciendo daño y es todo mi culpa. No tengo excusa posible.

Pero porque te aprecio, no quiero seguir en ese patrón contigo. Por eso prefiero ser sincera, aunque duela, porque creo que te mereces claridad y no quiero seguir alimentando algo que te haga daño, porque sí me importas.

Aunque te considero mi amiga, si es verdad que a veces siento que antepones tus problemas, dejando los míos un poco en segundo plano cuando hablamos, por ejemplo, el otro día la conversación comenzó con que te sentías excluída y que te sentías mal, y yo no estaba para nada bien…, sí que es cierto que después me escuchaste y me apoyaste, pero al principio sentí que era yo la que te tenía que consolar en vez de ser la consolada.

Para mí una amistad es un dar y recibir, y me gustaría que nuestras conversaciones fueran más equilibradas.

De hecho, considero muy importante aclarar lo del otro día: no es que no quisiera hablar contigo en concreto, es que no quería hablar con nadie, ni siquiera con ellos, de hecho te lo dije, creo. Pero insistieron y sí es cierto que cedí y es verdad que les pedí que no avisaran a más gente.
Por encima, cuando hablamos puse excusas usando a A*, diciendo que era muy sobreprotectora, cuando la realidad es la que te comenté antes.

Eso estuvo fatal, y me sabe mal porque la dejé a ella en medio. Fue otra forma de evitar el conflicto directamente contigo, y reconozco que me equivoqué. No quiero que pienses mal de ella, porque fue decisión mía y la puse en una situación injusta. Fui yo. Ella solo se preocupaba, y yo la metí en medio para evitar el conflicto.

Reconozco que lo manejé fatal. No era que no quisiera contártelo nunca, sino que en ese momento necesitaba apoyarme en alguien con quien tengo un nivel de confianza más profundo. Y sé que a ti te pudo doler, porque tú piensas que realmente tenemos ese nivel de confianza, pero yo no lo siento así.

Me doy cuenta de que en algunas cosas somos muy diferentes, y eso a veces me hace tener cuidado con lo que comparto contigo para no molestarte, discutir o afectar a nuestra relación.

Para mí la amistad significa poder hablar sin sentirme juzgada, y a veces siento que eres algo extremista en cuanto a las opiniones de los demás cuando son diferentes a las tuyas.

Por eso te decía que no siento ese nivel de confianza tan profundo.

Prefiero que nuestra amistad se base en lo que sí compartimos y no en forzar algo que ahora mismo no es, pero que con el tiempo, puede serlo.

No todas las amistades tienen que ser iguales, y creo que lo nuestro funciona mejor si lo llevamos con tranquilidad, disfrutando de lo que tenemos sin forzar nada. Creo que lo bonito es que podamos seguir siendo amigas, mejorando poco a poco nuestra relación, apoyarnos cuando nos apetezca y disfrutar de lo que compartimos, aunque no sea todo.

No creo que sea necesario forzar un nivel de confianza que ahora mismo no tenemos. Prefiero que lo que tengamos sea natural y que nos haga sentir bien a las dos.

Por eso estoy aquí diciéndotelo ahora, porque no quiero que nuestra amistad se base en malentendidos ni reproches.

Sé que todo esto son errores míos por no saber afrontar estas situaciones.

No quiero seguir escondiéndome ni hacerte sentir engañada.

Me gustaría que, si seguimos siendo amigas, sea de forma más sencilla, sincera y sin tantas expectativas, simplemente, dejar que fluya y conocernos más, poco a poco, solamente siendo nosotras mismas y sin drama.

Realmente lo siento, porque sé que esto es injusto para ti, pero más injusto sería seguir así.

Te repito, yo te considero mi amiga, sólo que no tenemos tanto nivel de confianza como con otras personas del grupo, nada más. Y no es algo con lo que te tengas que obsesionar, simplemente, nos conocimos más tarde, o no somos tan afines o yo que sé.

Lo importante, y con lo que me gustaría que te quedaras es que realmente te aprecio y lo siento mucho si esto te causa dolor, ya que nunca fue mi intención herirte.

Te agradecería que lo leas con calma y analices también lo que sientes y lo que te he hecho, y lo hablemos para la semana, ya que ahora mismo estoy muy vulnerable y no es un buen momento para mi, pero no quería dilatar más esto en el tiempo.

Que opciones me quedan a mi de responder?

Ninguna. Era un callejón sin salida. Me dejaste una tarea que para mi nunca existió, pero que requería un trabajo por mi parte, un tiempo de «reflexión»… pero sin fecha, sin nada a lo que agarrarme. No tenía NADA que hacer. Para ti hubo un daño, un impacto, que NUNCA existió para mi porque soy incapaz de pensar mal de la gente.

Querías que le dedicara un tiempo que NO tenía a una tarea que a mi me costó un viaje en autobús y una noche en vela para resolver lo que para ti tenía que pensar hasta la semana siguiente, sin saber ni día, ni nada, ni qué coño estaba pasando en mi vida. La incertidumbre era absoluta. Para mi el martes había quedado todo en un «malentendido» y una llamada con muy buena impresión. El miércoles nada me hizo pensar lo que iba a ocurrir el jueves. Porque ocurrió. Porque fui a hablar con A*, que había cosas que no me cuadraban entre lo que había pasado en esa llamada y lo que habíamos hablado A*y yo, y quería «armonizar» la teoría, no quedarme con la duda y no tener esa incertidumbre en mi interior.

Hola. Podríamos tener una llamada o quedar un momento para hablar sobre esto? Hay ciertas cosas que no me cuadran demasiado y me gustaría hablarlas contigo. Como siempre, no es una obligación ni tiene por qué ser algo privado, pero si que prefiero hablarlo antes de que se me haga bola. Está bien si piensas que no tienes nada que decir o si no quieres hablar de esto, no pasa nada, aunque para mi es importante. Disculpa las molestias

Mira, si no te mandé a paseo el otro día, sinceramente, fue porque no me parecía justo porque no sabes todo el cuento, pero tampoco es algo que dependa de mi.

Mis reflexiones

«suavizando las cosas para que no te duelan, porque soy una cobarde, y eso sería volver a engañarte.»

– ¿Quién crees que decide lo que me duele o no me duele, C*? ¿Por qué crees que suavizando las cosas me van a doler más o menos? ¿Por qué crees que me estás engañando? No creo que seas una cobarde, cuesta ser honesto con los demás cuando tu autoestima necesita refuerzo constante y reafirmación en tus amistades más cercanas. El miedo al conflicto es real y no se debe minimizar, eso no te hace ser cobarde. Las conductas de evitación son normales, no son signos de debilidad ni de cobardía, y nadie te va a culpar por querer suavizar las cosas o evitar un conflicto. Por lo menos yo no pienso hacerlo, al menos. Creo que nunca he hecho nada que te hiciera pensar lo contrario, creo que nunca he dicho nada que te confrontara directamente cuando me hablas de tus problemas (las pocas veces que hayamos hablado de estas cosas).

«Pero sé que durante mucho tiempo he alimentado la idea de que éramos más íntimas de lo que yo realmente sentía»

– ¿Qué te hace pensar que yo considero que somos tan íntimas? ¿Crees que te cuento todo lo que podría contarle a cualquiera? ¿A M*? ¿Crees que espero de ti que me cuentes todo lo que le podrías contar a otras personas como A* o A*? ¿Crees si quiera que yo comparto contigo la misma idea de intimidad? Creo que te equivocas.

«Prefería seguirte la corriente antes que arriesgarme a hacerte daño o a discutir.»

– ¿Por qué me consideras tan frágil y, sobre todo, tan belicosa? ¿Por qué crees que decirme las cosas como son iban a llevar a una discusión? Realmente me pregunto si me conoces de verdad… Y creo que sí, creo que conoces esas partes de mi que yo permito que los demás vean. Y esto será culpa mía, quizás, por no ser capaz de mostrarme del todo o no saber expresarme bien. También creo que a veces se tiene una cierta «predisposición» a pensar mal de mi y se va un poco con esa bandera por delante, la de «si digo esto le va a hacer daño a Irene» o «es que me va a discutir esto y no quiero discutir»… Creo que no es justa esa etiqueta o esa «bandera». Así como A* insiste en que ella ha cambiado en estos últimos años, parece difícil de ver que yo también he cambiado o no os creéis del todo que realmente haya cambiado.

«Ahora me doy cuenta de que al final he creado un problema mayor. Te estoy haciendo daño y es todo mi culpa. No tengo excusa posible»

– ¿Por qué crees que has creado tú un problema o que me estas haciendo daño? No, no has sido honesta, pero lo que me ha hecho daño estos días (y que quede claro que es algo de estos días y nada más, pues nunca tuve otra imagen distinta de ti) es que no solo no fueras honesta conmigo, sino que por otro lado no estabas siendo honesta con los demás tampoco. Quizás ni contigo misma. Eso es lo que me duele. No hace falta que te preocupes por mi, pero considero que deberías preocuparte más por ti misma, decidir lo que realmente quieres, tomar las decisiones que consideres que tienes que tomar y ser clara a la hora de comunicarlas a los demás. No puede ser que a mi me digas que en realidad no querías ni siquiera hablar con ellos, y a ellos les digas que sin más no querías meter a nadie más. No sé si ellos han sido conscientes en algún momento que te estaban «forzando» a hacer cosas que quizás no querías hacer (lo pongo entre comillas porque no es exactamente lo que quiero decir), pero que no eras capaz de decir que no. Y esto ya te ha pasado alguna vez, esto ya lo hemos hablado tú y yo por llamada, lo hemos hablado varias veces y creo que sabes cual es mi postura al respecto. No puede ser que te insistan en cosas que no quieres hacer, C*, hasta que digas que sí, que las vas a hacer o que «quizás» las hagas cuando tú ya has decidido que no las vas a hacer. Como lo de ir a trabajar o lo de hablar con la psicóloga. Esto es una impresión mía, más que un hecho, pero es lo que te digo que a mi me duele. Que no sepas poner límites a determinadas situaciones a mi no me afecta, pero siempre siento que te agobias muchas veces por ello. Y te lo digo desde todo mi cariño, desde mi posición y mi intuición. No quiero que pienses que te estoy juzgando, en absoluto.

«si es verdad que a veces siento que antepones tus problemas, dejando los míos un poco en segundo plano cuando hablamos»

– ¿De verdad crees que antepongo MIS problemas cuando realmente nunca cuento mis problemas? ¿Cuándo he hablado de mi en general? Porque normalmente se habla de los problemas de otras personas menos de los míos… porque los míos no los externalizo! No sabéis cómo he vivido esta última semana, no sabéis realmente cómo he llevado lo de Janna porque aunque me preguntasteis y os dije «pues esto» realmente no sabéis que aún no he podido ir a dar de baja su chip, ni cuando he podido pensar en ella sin llorar (solo ahora empiezo a poder a hablar del tema y aún así me emociono muchísimo) o cuando he dejado de notar su ausencia como un dolor constante. ¿Cómo podéis pensar (porque sé o pienso que esto no proviene de ti solamente) que antepongo MIS problemas cuando, igual que tu, soy una persona que prefiero callármelos para no preocupar a nadie más y no os los cuento ni a vosotros? Es que no se los cuento ni a M*, C*. Hay cosas que no cuento ni a Iago. ¿Cuando mis problemas fueron una prioridad? ¿Cuando he dejado tus asuntos a un segundo plano? Incluso el otro día, sí, es cierto que empecé «mal» porque realmente lo que quería hacer era disculparme porque la situación parecía exactamente lo que estaba pareciendo y quería aclararlo y re-centrar la situación en ti. Sí, es normal que al principio sintieras que eras tú la que me tenías que consolar a mi porque exactamente era eso lo que parecía. Obviamente no era eso lo que quería, por eso precisamente me disculpé y redirigí la llamada a cómo estabas tú y a hablar de ti, que era lo importante en ese momento. De una llamada de 35 minutos, quizás los ¿10? primeros minutos fueron esos minutos incómodos, en los que expliqué la situación, el por qué estaba así mal yo y que no era importante y que lo sentía. Después re-centré la conversación a lo importante. ¿De donde sale ese sentimiento de que antepongo mis problemas? Me gustaría saberlo, la verdad, porque no lo entiendo

«es que no quería hablar con nadie, ni siquiera con ellos, de hecho te lo dije, creo………………. Eso estuvo fatal, y me sabe mal porque la dejé a ella en medio.No quiero que pienses mal de ella, porque fue decisión mía y la puse en una situación injusta»

– ¿Realmente crees que tengo un problema contigo o que realmente pienso que era algo contra mi en concreto? Si me dijiste que no querías hablarlo con nadie, ni siquiera con ellos, te creo. No tengo motivos para dudar. Y si no me dijiste nada del tema en ningún momento, sé que es que no querías hablarlo conmigo. Te pasé los árboles y te mandé un mensaje de ánimo para que supieras que estaba ahí si querías hablar en algún momento. Creo que en ningún momento te forcé a hablar conmigo. Creo que a mi me meterieron en la situación «a la fuerza», y lo siento si lo digo así… Es que lo siento así.

No pienso mal de A* ni mucho menos, creo que A* hizo las cosas con buena intención pero nadie (ni A* ni el resto) se paró a pensar nada por un instante. Entiendo la situación y sé que no era el momento de «pensar» en otras cosas, pero… ¿en qué posición me deja todo esto a mi? Me habla A*, me pide una cosa, me dice que es importante, que estás tratándote mal a ti misma y que necesitas eso. Me pide que no diga nada y que no me preocupe…. Pero no puedes pedirme eso… Pedirme a mi que no me preocupe por una amiga mía, independientemente del grado de «confianza» o amistad…. Yo, que soy una persona que va a remover el cielo y la luna por una persona a la que quiero tanto… C*, que te juro en serio que no me importa EN ABSOLUTO acercarme a Santiago a quedarme contigo, que lo haría por cualquier persona de mi entorno. Que a mi si me llama mi ex-amiga porque no tiene a nadie, yo voy y me quedo, por muy ESTÚPIDO que parezca. Que me he quedado una semana con mi cuñada, en todo momento, sin atender a MIS cosas, cuando la semana anterior estaba CABREADISIMA con ella por un vídeo que subió. Joder, que me dice M* que le pasa algo y me faltan segundos para pillar el primer vuelo que me lleve a Alemania, sin importarme cuanto cueste. Soy ESA clase de persona. Creo que realmente pedirme que no me preocupe, que no diga nada, que no haga nada…. Es esperar demasiado de mi en este sentido. Es malinterpretar por completo mi forma de ser y de querer. Es imposible pedirme que me quede quieta de brazos cruzados ante este tipo de situaciones y creo que cualquiera podría haberse dado cuenta.

«Y sé que a ti te pudo doler, porque tú piensas que realmente tenemos ese nivel de confianza, pero yo no lo siento así.»

– A mi no me dolió que no contaras conmigo, a mi no me dolió nada de lo que hiciste ese día. No creo que tengamos ningún nivel de confianza, no esperaba que tuvieras un problema y acudieras a mi a contármelo porque patatas, C*. Creo que conozco los límites, soy una persona bastante observadora y no me creo nada que no me digan en primera persona. No creo que tengamos «ese nivel de confianza» porque sé que no acudes a mi cuando tienes un problema, que tampoco estoy ciega ni sorda, sabes?

«eso a veces me hace tener cuidado con lo que comparto contigo para no molestarte, discutir o afectar a nuestra relación.»

– ¿Cuando, en qué momento, te he indicado yo que me molestaba algo de lo que compartes conmigo, que fuéramos a discutir sobre algo en concreto o que eso fuera a afectar a nuestra relación??? Cuando te he dado pie a pensar que no soy tolerante, que discuto por estos temas o que dejo que una discrepancia afecte a cualquiera de mis relaciones? Quizás tienes experiencias pasadas mías con otras personas, pero contigo creo que nunca nunca ha sido así. Pero es que para mi cada relación es única y si A* siente que tiene que tener cuidado conmigo para no molestarme, no discutir conmigo o lo que sea, tiene más que ver con A* y con cómo somos las dos y cómo nos relacionamos entre nosotras dos, que con cualquier otra persona. Y repito, estas situaciones con A* suceden porque no hemos aprendido a relacionarnos de manera sana entre nosotras, tenemos discrepancias y diferencias que se ven insalvables y que requieren un trabajo mucho más cuidadoso, más exclusivo, dedicado o como se quiera decir. Mis problemas con A* tienen múltiples causas y no son de fácil solución porque en cierta manera no somos compatibles y no se trata de serlo, sino de conseguir, con el esfuerzo de ambas, de llegar a un punto intermedio donde nos podamos sentir cómodas. Este objetivo está muy lejos de conseguirse, pero no tiene nada que ver con mi forma de relacionarme con otras personas. No soy una muñeca de porcelana, tampoco soy una persona que vaya a saltar por cualquier cosa y, si tu fuente es A*, creo que deberías ver más allá. Verme a mi, no la imagen que tengan otras personas de mi. Estoy aquí, soy accesible, siempre lo he sido aunque no lo parezca.

poder hablar sin sentirme juzgada, y a veces siento que eres algo extremista en cuanto a las opiniones de los demás cuando son diferentes a las tuyas

Y sí, el tema no iba sobre mí, sino sobre ti. No sé si fuiste tú, o A*, o A*, o quien fuera, pero alguien decidió involucrar a una tercera persona (a mi, en este caso, por lo que fuera) y eso fue meter un eje más en la ecuación que nadie contó con él. Como si esa persona no tuviera también sus pensamientos, sus sentimientos, su propia iniciativa, su propia situación, la información de la que disponía, ni el contexto… nada. Ni sus afectos, porque al final a mi me dicen que tú estás mal y yo lo único que hago es preocuparme, por mucho que me digan que no me preocupe. Creo que cualquiera se preocuparía.

– ¿Cuándo te he juzgado yo? Y pregunto con total incredulidad. De todas las personas que te rodean, no sé si todas, pero CREO que soy una de las personas que menos juzgan a los demás y que, concretamente a ti, nunca he juzgado nada de lo que dices, ni haces, ni ninguna decisión que tomes, ni ningún pensamiento…. Nada. Siempre te he respetado en todos los sentidos, esté o no esté de acuerdo contigo. ¿Qué no querías volver a terapia hasta después de Navidades? Está bien, es una decisión que has tomado. ¿Qué no querías ir a trabajar el otro día? Está bien, es así como te sientes, no te voy a juzgar por ello! Y si no quieres ir, no vayas, no pasa nada! No me parece justo que digas que conmigo no puedes hablar sin sentirte juzgada cuando que los demás, aunque sea por tu bien, te fuerzan a decir cosas que no quieres decir, hacer cosas que no quieres hacer y sé que a ti te cuesta decirles que no. Aquí creo que no estás siendo honesta contigo misma, como ya te dije antes, porque si hablamos sobre juzgarte, quien más te juzga realmente son las personas en las que más confías. Y sé que entiendes por qué lo hacen, pero no es justo esto que me dices a mi. Porque creo (y ahora no sé que creer, la verdad) que muchas veces tampoco estás cómoda con la forma en la que te tratan, pero te lo callas precisamente por no generar conflictos. Ahora mismo no sé donde está la verdad, porque no es algo que yo pueda decidir, pero creo que quizás deberías considerar esto que te comento. Porque al final siempre cedes, siempre dices que vas a hacer cosas que en realidad no quieres hacer o no vas a hacer. Y creo que ahí lo que pasa es que no estás siendo honesta contigo misma y no eres capaz de poner ciertos límites a ciertas personas.

«Prefiero que nuestra amistad se base en lo que sí compartimos y no en forzar algo que ahora mismo no es»

– ¿Y qué es? ¿Sientes nuestra relación forzada? ¿Crees que te he forzado a algo en algún momento? ¿Te he forzado a compartir algo que no quisieras compartir conmigo? ¿Te he compartido algo mío que no debería haberte compartido? ¿Te has sentido forzada a apoyarme en cosas en las que no me apoyarías si no fuera así? Porque creo que en ningún momento te he forzado a que me cuentes nada de tu vida, ni de tus problemas, ni de nada. Las conversaciones surgen y han surgido hasta ahora de manera bastante natural, o eso he sentido yo. Si el otro día se precipitó todo, espero que veas que ni fue mi intención ni considero que fue «mi culpa» (por así decirlo), porque realmente a mi me metieron en un asunto y todo el mundo esperaba que no hiciera nada. Y si me conocéis lo suficiente deberíais saber que soy INCAPAZ de quedarme de brazos cruzados cuando alguien que me importa lo está pasando mal, lo siento. Tengo que mandar, como mínimo, un mensaje de ánimo (como hice el otro día), un mensaje de «estoy aquí». Pero incluso ese mensaje sentó mal, al parecer. Pues oye, creo que no es mi problema. Tampoco considero que sea algo que deba cambiar, creo que es parte de mi, de mi forma de ser, algo que me caracteriza y de lo que puedo sentirme orgullosa. Es mi forma de querer y no creo que tenga que cambiarla. Si alguien es incapaz de aceptarlo, si alguien es incapaz de ver que las cosas que hago desde mi corazón no van acompañadas de ninguna maldad y que simplemente es un puro acto de amor, mi lenguaje de amor, pues quizás sea esa persona la que deba alejarse de mi.

«porque no quiero que nuestra amistad se base en malentendidos ni reproches».

– ¿Te he reprochado algo? Yo pido hablar los malentendidos entre las dos, sin terceros por medio. Sin mensajeros. Porque creo que es la forma más genuina de hablar entre dos personas con las mejores intenciones. Nunca he dudado de tus buenas intenciones y no pienso empezar a dudar ahora. Me niego.

«Te agradecería que lo leas con calma y analices también lo que sientes y lo que te he hecho»

– Pero es que no me has hecho nada, C*. Si, no has sido honesta conmigo. Creo que tampoco eres honesta contigo misma. Pero eso es algo que tienes que trabajar tú. La falta de honestidad ha generado una situación con A* desagradable, de C* dijo esto, yo tengo esta información, pues yo tengo esta otra…. Y sí, se ha notado que algo no cuadraba y que no estabas siendo honesta. Pero eso no me ha hecho daño. Me ha extrañado, porque si creía a A* era una cosa y si te creía a ti era otra, así que perdí la credibilidad en alguna de las dos y quise creer en ti. Quizás me equivoqué, pero porque nunca pensé que tú ibas a tener motivos para mentirme. ¿Y A* si tenía motivos para mentirme? No, tampoco, pero en una relación entre dos personas, prefiero creer a la segunda persona, y no a la tercera en discordia. Por eso también te llamé y por eso también cuando A* me dijo «creo que C* tiene cosas que hablar contigo» te dije «oye, tienes algo que contarme?». Y si, duele un poco darte cuenta de que alguien a a una persona y a otra persona decirle B. Porque lo que me dijiste a mi y lo que le dijiste a A* (o al grupo, no sé) no tienen nada que ver y son puntos contradictorios. Cualquiera puede ver eso. Y que A* se enfade conmigo porque le has dicho B cuando a mi me dijiste A y yo ya no sé en quien creer, me molesta un poco. ¿Pero qué hago? ¿Te voy a reprochar algo? No. ¿Voy a discutir contigo? No. ¿Voy a discutir con A*? Tampoco. A* está enfadada conmigo, está bien. Si se le pasa y quiere hablar conmigo del tema como le pedí, bien. Sino, también bien, la vida sigue y no tengo por qué detenerme por ella.

Quise no llorar.

Y no lloré.

Me prometí no llorar.

Y no lloré.

Quise no sacar el tema. Obvié los hechos. Los ignoré. Hasta el abrazo final.

Y aún así no lloré.

Hasta que arrancamos el coche y lancé una última mirada.

Quise no llorar.

Aunque las lágrimas fueron difíciles de mantener.

Y lloré.

Fueron 4 lágrimas en silencio, ocultas tras mis gafas de sol. En la soledad de un asiento trasero. Qué complicado se volvió todo de repente. Lo que parecía fácil, se volvió difícil en un último abrazo.

Me prometí no pensar en ello.

Siento que en algún momento me rompí. Queriendo ser fuerte. Queriendo ser «independiente». Me rompí en mil pedazos. De repente me vi sola. De repente me llenaron mil pensamientos negativos. De repente me volví débil. Sentí que no podría con nada. Sentí que mis fuerzas se quedaban en Móstoles. Que los estudios se me venían grandes. Que los examenes se me venían grandes. Que el mundo se me venía grande. Que la vida se me venía grande. Que no merecía la pena.

 

Me prometí decirle al miedo adiós.

Intentar pensar en positivo (mientras pueda). Intentar mantener las energías (mientras pueda). Porque ahora podré tener 4 pensamientos negativos y alejarlos de mi mente. Porque ahora estoy muy ocupada para pensar. Pero dentro de un mes, todo será más difícil. Dentro de un mes, todo será más real.

Me prometí no hablar del tema. Y no hablaré.

Que todo siga su camino, que todo siga su curso. Que lo que tenga que ser, que sea. Que lo que tenga que pasar, que pase. Que la vida cambie, que la vida dé giros inesperados que me cojan por sorpresa. Que todo se caiga al vacío, o que sea yo la que se cae.

Sigamos.

«Y de repente apareces tu
Mientras me hablas hago que estoy dormida»

 

Carta a mis fantasmas

Queridos fantasmas:

Algún día dejareis de joder. Algún día dejareis de doler en mi alma, de pesar en mi pecho, de llenar mi cabeza. Algún día dejareis de amargarme las noches, de joderme los días, de nublar mi mente y mi visión. Algún día dejareis de empañarme los ojos y de hacerme nudos en la garganta. Algún día dejareis de hacerme temblar. Algún día me dejareis respirar.

Algún día tendré el suficiente valor como para mandaros a freír espárragos y deciros que vayais a joder a otra parte.  Algún día sabré ver y entender todo lo que pasó. Y podré verlo desde otra perspectiva.

Pero de momento, no puedo. Aún no es el momento.

Hasta la próxima, Irene.

No estoy tan sola.

Dos veces al mes, me permito cer en mil recuerdos. Llenarme de miedos y fantasmas, dejar que me invadan las pesadillas. Dos veces al mes me permito romper mi corazón en mil pedazos, pensando en todo lo que he perdido y en todo lo que he pasado y aguantado. Me permito serme infiel a mi misma y a mi lema «sé fuerte». El otro día, puse este estado en Facebook. Me permití caer. Me permití dejar de ser fuerte y caer. Me permití mostrarme débil ante los demás, dejar que los demás vieses (de forma pública) una de mis muchas caras amargas, de mis muchas pesadillas, de mis debilidades. Esto fue lo que puse:

«Hoy he vuelto a recordar lo que hicieron, lo buenas amigas que fueron. Y cómo la historia y los hechos las recordarán como las buenas, las víctimas. Y cómo yo fui siempre la mala. Siempre la cruel. Siempre el verdugo.

Hoy he vuelto a recordar cuando me quedé sola en un pozo y pedí ayuda a gritos. Cuando no veía salida alguna. Cuando cada vez me hundía más y más, cada vez más sola. Y hoy he vuelto a recordar cómo, tras pedir ayuda, lo que hicieron fue darme la espalda. Yo no pedía que se me comprendiese. Yo no pedía que se me entendiese. Yo no pedí quedarme sola.

Y ahora recuerdo cómo me dieron la espalda. Hecho a hecho, paso a paso, puñalada tras puñalada. Y los hechos, los datos, seguirán señalandome como la mala.

Malditas pesadillas.»

 

Odio los fantasmas. Odio tener esas pesadillas. Odio tener mis momentos de debilidad. Odio fallarme a mi misma. Pero a veces, en esos momentos de debilidad que decido mostrar, encuentro estrellas que me recuerdan que todo ha merecido la pena.

«¿Y qué? Sigue siendo «la mala» si es que lo creen que eres… A ti que te importa lo que crean?… Aquel que no se molesta en conocerte o consigue desconocerte a pesar del tiempo… ¿para qué lo quieres en tu vida?… ¿Para desmerecerte?. Cuando vuelvan las pesadillas recuérdales que tú sola, con esfuerzo pero sin rendirte, saliste del pozo. ¡Qué vayan a joder a otra cabeciña! La tuya no necesita mierdas que la bloqueen. ADELANTE PEIXIÑA!»

 

A esta persona le fallé y perdí su confianza. Y aún así, sigo recibiendo sus muchas muestras de cariño, día tras día, a cada momento. Siento que puedo contar con ella. Siento que con ella comparto historias, que con ella comparto pensamientos. Que a veces ambas nos sentimos solas entre tanta gente y que nos amparamos en la noche para estar vivas. Solo por tantas cosas, merece la pena. Merece la pena haber perdido. Merece la pena haber ganado.

 

Queridos fantasmas:

Algún día dejareis de joder. Algún día dejareis de doler en mi alma, de pesar en mi pecho, de llenar mi cabeza. Algún día dejareis de amargarme las noches, de joderme los días, de nublar mi mente y mi visión. Algún día dejareis de empañarme los ojos y de hacerme nudos en la garganta. Algún día dejareis de hacerme temblar. Algún día me dejareis respirar.

Algún día tendré el suficiente valor como para mandaros a freír espárragos y deciros que vayais a joder a otra parte.  Algún día sabré ver y entender todo lo que pasó. Y podré verlo desde otra perspectiva.

Pero de momento, no puedo. Aún no es el momento.

Hasta la próxima, Irene.

Pesadillas

Hay días en los que no puedes más. En los que todo se hace cuesta arriba. En los que te agotas pensando en aquello que no deberías pensar. Basta una pesadilla, un mal sueño, y todo parece volverse interminable. La noche… la noche parece no tener fin.

Fue tan simple como otro viaje. Otro Londres en otra cosa. La misma persona, como por obligación. Estaba allí, porque tenía que estar. Pero ya no era ella. Ya no era yo. Ya no eramos nosotras. Y aún a pesar de ser un sueño, parecía tan real, y la realidad era tan dura, que el dolor se apoderó de mi. Otra vez.

Llevo dos días pensando… qué hice. Qué hice en esos dos años en los que no estuve, para que todo terminara así. Llevo dos días pensando en esa estúpida necesidad de hablar las cosas, de aclararlas, de solucionarlas. Esa estúpida idea de volver atrás, de recuperar lo perdido. Llevo dos días sin ser capaz de ver más allá de aquello que tenía y ya no tengo. Tres años no fue suficiente tortura, que las pesadillas aún siguen torturandome.

He tenido todo tipo de pesadillas al respecto. Al principio, eran pesadillas llenas de odio y temor, ambas sensaciones por igual. Pesadillas en las que me encontraba con esa persona y lo único que quería era pegarle puñetazos hasta reventarla. Tenía tanto miedo de mi misma que evitaba por todos los medios cualquier situación en la que pudiera encontrarme con esa persona, por el miedo a mi reacción. Una vez soñé que la perdía para siempre. Creo que esa pesadilla fue un reflejo de la situación que estaba viviendo, donde unas personas ajenas a mi la convencían para alejarse de mi. En ese sueño, fue para siempre. La vi caer desde una azotea, delante de mi, motivada por sus nuevas amigas. Es como si mi subconsciente me estuviese avisando de lo que pasaba. Que alguien por detrás, alguien ajeno a mi, estaba convenciendola para que no volviera a hablar conmigo nunca más… y lo consiguieron. Ese día me desperté muy alterada a las 4 de la mañana, fui incapaz de dormir de nuevo y le mandé un mensaje. Me llamaron loca, pero nadie va a entender nunca lo que sentí en ese momento. Creo que ese momento fue en el que la perdí para siempre.

Primero fue el odio. Odio a todos. A los antiguos amigos, a sus nuevos amigos, a ella y a su círculo. Me alejé. Me alejé de todos. Pero no puedes odiar eternamente. Quise hablar con ella, y en realidad nunca llegué a hacerlo. Nunca quiso. Y eso dolió. Y duele. El no haber hablado con ella, el no poder haber acabado las cosas bien, es lo que más duele. El no saber una razón exacta, el no tener unas palabras de su boca. Ni siquiera recuerdo cuando fue la última vez que la vi, la última vez que hablé con ella en persona, la última vez que las cosas estuvieron «bien». Ni siquiera me acuerdo.

Lo único que me quedan ahora son las pesadillas y los recuerdos. Los buenos recuerdos. Un viaje a Londres, una historia mal contada a través de mensajes en un autobús, de conversación de skype y documentos txt. Muchas horas muertas, muchas canciones escuchadas, mucho tiempo pasado que parece que ya no existe (y que nunca existió). ¿Acabarán algún día? ¿Acabará algún día esta tortura? ¿Alguien me ayuda a avanzar? A veces se hace tan cuesta arriba…. que duele. Agota tanto. Y a veces no puedo sola contra esto. No siempre somos tan fuertes como nos imaginamos.

Torako

Ilusión, incertidumbre, alegría, emoción. Suelo escribir en mi blog personal, pero hoy contaré esta historia aquí, pues la veo necesaria. Concienciar, esperanzar, expresarme.
Hace un año desapareció nuestro gato, Torako. Era un gato atigrado sin castrar, «de campo», muy mimoso con la gente pero bastante guerrillero. Varias cicatrices de pelea con otros gatos, heriditas y marcas. De vez en cuando se medía con nuestra gata. Una vez llegó a casa con una herida sangrante y tan tranquilamente empezó a comer, sin preocuparle nada. Ni le molestaba. Era un gato que iba y venía cuando quería, pero siempre volvía… hasta que un día no volvió. Pensamos que le había pasado algo, que lo había atropellado un coche, que se había peleado con otro gato o que había enfermado de repente. Y por eso no lo buscamos mucho. Si no volvió, pensamos, ya no volvería.
Domingo, 31 de Enero de 2016. 12:51 La protectora Lena Prote Animais pasa un aviso de un gato atigrado, muy manso, muy parecido al nuestro a unos 2-3kms de nuestra casa. ¿Podría ser él? La chica que daba el aviso nos comentó que era un gato casero, se notaba que había tenido dueño. Y cada vez empezamos a fijarnos más. En las fotos, en los detalles, los bigotes, las patas. Todos los gatos atigrados pueden parecer iguales, pero siempre hay algún detalle y este tenía muchas coincidencias. Teníamos… que verlo. Teníamos que estar seguros, al menos, de que era él.
Fuimos esa misma tarde por allí, pero no lo vimos. Sin embargo, le dejé el transportín a la chica, por si podía cogerlo que lo guardara. Cada vez estaba más convencida de que era nuestro gato. Un año.
Esta misma mañana recibí una llamada. ¡Lo tenía! Media hora después lo recogimos en su casa. Era él. Tenía que ser él. Solo tuve que fijarme en una cosa: una pequeña marquita en la oreja, que él tenía. Eso, el tamaño, el maullido… Todas las coincidencias. Torako, nos vamos a casa.
La alegría y la emoción del momento… No lo puedo describir. No voy a decir que durase poco (aun estoy emocionada, voy cada 5 minutos a verle). Decidimos llevarlo al veterinario. Estaba en los huesos y queríamos comprobar que estuviese bien, «sano» (dentro de lo posible). Pero el problema con cualquier macho sin castrar que esté en la calle es el mismo… Positivo. Positivo a FIV y leucemia felina (lo de la leucemia no estoy segura, pero es altamente probable). Tenemos un gato positivo. ¿Pero qué esperabamos? Sin castrar, con historial de peleón y callejerito durante un año… Lo tenía todo. Incluso es posible que se infectara antes de desaparecer, es muy posible. Tenía todas las papeletas para tener alguna de esas dos enfermedades (o las dos). Mi positivo. ¿Pero cómo te voy a dejar solo ahora que ya estás de vuelta? Un positivo no es terminal ni es un leproso! Es mi gato, es mi positivo. Lo quiero en casa, lo quiero conmigo, lo quiero cuidar y mimar y que viva lo mejor que pueda.
Momento de bajón, momento de «qué hacemos ahora?», momento de volvernos locas. De pensar. Tenemos otra gata a la que queremos un montón, ¿y si no pueden estar juntos? ¿Y si la gata también es positiva? ¿Y si..? Momento de informarse, de preguntar, de sacarse un master en FIV y leucemia a través de internet. Momento de pensar en todas las posibilidades. Momento de tomar decisiones. Momento de esperar.
Mi gato ha aparecido tras estar un año desaparecido. Es casi un milagro (para mi, es un milagro). Por eso quiero aprovechar mi muro para pedirle a todos aquellos que perdieron a sus animales, que no pierdan las esperanzas. Si mi gato pudo aparecer un año después, otros también lo harán. Sé que no es lo habitual, pero los milagros ocasionalmente existen. Y hoy he sido testigo de uno. Gracias, Eva Gey Lorenzo y a su suegra por alimentarlo durante días, por dar el aviso, por ser parte de este pequeño milagro. De verdad, muchas gracias.
Probablemente me hubiese evitado muchos disgustos de haber sabido más cosas. Si le hubiese dado importancia a la castración en machos (y no solo en hembras). Si lo hubiese buscado bien. Si no me hubiese quedado con la idea de que «los gatos desaparecen». No, los gatos no desaparecen. Los gatos se pierden. Por cualquier motivo, se pierden. Ponle chip, una chapita, castralo, cuidalo y, si no vuelve, búscalo. Desmitifiquemos el mito de que los gatos son independientes y saben volver solos. A veces se pierden. No lo condenes a la calle. No cometas el mismo error que he cometido yo.
Torako, te hemos echado mucho de menos. I missed you so so much. Pero ya estás en casa. Rellenemos esas costillitas, pasemos por el veterinario para castrarte, mejorate, ponte bueno y luego ya veremos como nos enfrentaremos a esa enfermedad. Eres un luchador, un tigre (Tora, en japonés). Creo que podrás luchar.

Arreglando el mundo desde el sofá.

Hoy…

Hoy voy a escribir. ¿Por qué? La misma razón de siempre: porque lo necesito. Siempre escribo cuando lo necesito. ¿Y por qué necesito escribir? ¿Qué necesito ahora mismo?

Necesito… Poner en orden mi mente. Buscarme de nuevo a mi misma. Encontrarme otra vez. Recuperar mis pasiones y mis motivaciones, mis hobbies, mis pasatiempos. ¿A qué me dedicaba hace dos meses? ¿Y como conseguía cumplir todos mis objetivos? ¿Como distribuía mi tiempo? Sé cual es la respuesta a todo esto, y creo saber cual es el cambio. Voy a intentar llegar a ello en esta entrada.

Pongamos en relieve lo que estoy haciendo estos últimos días: ver series, jugar al GW2 y tratar de solucionar el mundo desde mi ordenador. Esto último, especialmente, es tremendamente relevante. Parece que el mundo está patas arriba. Tengo la sensación de que ciertas personas me necesitan más que nunca (cuando no es así). Tengo la sensación de que si no estoy yo con esas personas, no va a estar nadie más (cuando no es así). Me siento imprescindible (cuando no es así). Demasiadas veces me han repetido ya en estos dos últimos meses las palabras de «necesito hablar contigo», «te necesito», «necesito que me hagas un favor». Y yo, a veces, tonta de mi, caigo en la trampa de las palabras. Una trampa que es mi debilidad, que siempre ha sido mi debilidad. Me atrapa y me pierdo en el tiempo.

No malinterpretemos: no me importa perder el tiempo con amigos que me necesiten de verdad. con amigos que nunca me han pedido nada y que, cuando me lo piden, sé que de verdad necesitan que les eche una mano. No me importa perder el tiempo cuando mi bicho está pasando por un mal momento. No me importa perder el tiempo intentando ayudar a una amiga. Pero ya he perdido demasiado tiempo. He desperdiciado demasiadas palabras y demasiadas energías. Y no es culpa de nadie, solo que necesito recuperarlas. Necesito recuperarme a mi misma.

¿Qué he dejado de hacer estos últimos días? He perdido parte de mi esencia. Ya no crocheteo, ya no leo libros, ya no estudio. Lo más importante, siempre al final. He dejado de estudiar. Llevo casi dos meses sin estudiar, y me siento inútil. Siento que estoy perdiendo el tiempo. Siento que no sirvo para nada. Y cuando he intentado retomar el estudiar, ha sido un fracaso. Leía una página y mi concentración se desperdigaba. Estudiaba un tema y me quedaba dormida.

He dormido mucho estos últimos días. Y luego me acostaba tarde, viendo alguna serie (o solucionando el mundo desde mi ordenador). 2.00, 2.30, 3.30, 4.00. Y luego me levantaba temprano (10.00, 11.30…), cansada por no haber dormido lo suficiente, y haber dormido mal. Agobiada, con pesadillas. Y al rato volvía a la cama, me echaba una «siesta». Y vuelta al ciclo insano. Al ciclo insano de dormir mal, de no hacer nada, de la improductividad y del agobio. De las pesadillas circulares. De los pensamientos inadecuados.

¿Como he intentado solucionar esto? Pues, de nuevo, arreglando el mundo desde el sofá. Buscando alternativas. «Voy a dejar esta asignatura porque no me da tiempo». «Solo me presentaré a dos examenes». «El curso que viene haré un FP mientras continúo la carrera, así tendré una rutina, me motivaré más». «Al final mejor llevo este cuatrimestre para Septiembre, sé que puedo». Y así.

Así funciono yo. Siempre he funcionado así. Cuando no consigo arrancar, dejo cosas por el camino, voy soltando «lastre». ¿Que cinco asignaturas son muchas? Pues dejo una. ¿Que veo que esta forma de estudiar me cansa? Pues la cambio. ¿Que veo que este tema se me complica? Pues lo dejo, total no creo que entre (JA!).  ¿Que no me apetece hacer apuntes de esta asignatura? Pues los bajo de internet.
MAL. MAL, IRENE. Así no se aprueba. Y menos en mi universidad. Y lo sabes. Deberías haber aprendido del curso pasado.

Pero… se acabó.
Se acabó eso de arreglar el mundo desde la pantalla del ordenador. Se acabó el ponerse excusas. Se acabó el acostarse tarde. ¿Quieres ver series? Míralas en otro momento. Se acabó el desaprovechar la mañana. En cuanto coja horarios normales me pondré a estudiar. No más siestas a deshora. No más charlas hasta las tantas de la noche. No más pesadillas por cosas que no puedes solucionar en estos momentos (ni nunca). Ni con nada. Tienes dos semanas para prepararte un examen. No puedes fallar, tienes que seguir y no detenerte. Tienes que pensar en ti. No eres imprescindible (nada es imprescindible, mas todo es importante). Los demás no te necesitan.. Les importas, pero no te necesitan. 

Es hora de coger el toro por los cuernos y dejar de lamentarse. Venga, tú puedes, chica! Sé que puedes. Confío en ti... porque nadie más va a confiar en mi misma tanto como yo. Sé de lo que soy capaz, solo tengo que demostrarle a los demás (y a mi misma) que soy capaz de ello. Y que no se diga que no lo he intentado.

Autosuficiente – Jpelirrojo y Curricé

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=EFBb6iJrcAU&w=560&h=315]

[Curricé]He podido ser más grande pero no gracias a mí
He querido usar el plan «B» por el «A» cuando sufrí
He sabido qué es el hambre cuando no pude escribir
Y con nubes o sin ellas he visualizado el fin

Todo marca, más o menos, pero deja cicatriz
La ansiedad me aprieta fuerte cada vez que quiero huir
Y no puedo decir que he sido de los mas afortunados
En los dados… Pero si cuando te conocí.

Si me enciendo otro pitillo no es por ti
Es por nicotina, que vuelve a sobrevivir
Y vuelvo a no ser feliz, por instantes cambio el chip
Pero si abro bien los ojos sale solo sonreír
 
Recoloco prioridades por cada nuevo tapiz
Retrocedo, no por miedo, sino por poder vivir
Cada pisada embarrada en los fallos que tracé con lápiz
La tortura se esconde bajo el barniz

Donde me sentí maestro veo que soy aprendiz
Derramando sentimientos solo muestro ser mas débil
Tempestades inculcan en mí ser mucho más fíio
De cabeza… ¿Y el corazón? Mejor entre rejas
 
Con arcadas de falsedad no vas a arreglarlo
Te crees que me tienes ganado y te tengo calado
Solo guardo y guardo y guardo cada detalle…
Para cuando te arrepientas será tarde


Y no quiero tener nada que no sea mío
Yo solo quiero ser auténtico conmigo mismo
Poder saber que he sido sincero en mi camino
Poder volver y ver que yo elijo el destino
 

[JPelirrojo]Lo hago a mi manera y así sé donde piso
Finjo tener un plan pero en realidad improviso
Trabajo sin descanso para poder descansar
No sé cuando, no sé cómo, mas sé que voy a llegar

Cada tiro que fallo me acerca un poco a la diana
No sé cuantos tiros quedan y la ansiedad se dispara
Cada bala disparada es un peldaño menos
Creo en los dados pero creo que los movemos
 
Dionisio me persigue, hace que dude de mí
Pero Apolo se hace fuerte si miró a través de ti
Si busco felicidad implica que no la tengo
No me busco a mí mismo y por eso me encuentro
 
Mis principios varían, dependen de la situación
Cambian las circunstancias y cambia mi visión
Demasiado maquillaje en tu cara y tus palabras
Puede que a mí sí pero a ti mismo no te engañas

Me escondo con la máscara más pequeña del mundo
¿Ser un rey tartamudo porque todo el mundo es mudo?
¿Es cada reacción una nueva decisión?
Fríos pensamientos, tiempo y situación

Ser autosuficiente donde nada es suficiente
A veces la realidad cambia si cambias la lente
Nada es imprescindible pero todo es importante
Mas no existe el amor si no existe el amante

Y no quiero tener nada que no sea mío
Yo solo quiero ser auténtico conmigo mismo
Poder saber que he sido sincero en mi camino
Poder volver y ver que yo elijo el destino


Y no quiero tener nada que no sea mío
Yo solo quiero ser auténtico conmigo mismo
Poder saber que he sido sincero en mi camino
Poder volver y ver que yo elijo el destino

Odio

Es extraño como la gente puede colarse en tus sueños, cambiarte la vida sin preguntar, entrar sin llamar y decir «ey, aquí estoy».

Y sabes que con esa persona nunca has tenido una relación… normal. Que siempre ha sido un ir y venir, un constante «te echo de menos». Y cuando llega, se va. Un día al mes, dos. No más conversaciones.

¿Ahora mismo? Me siento confusa. Confusa por un sueño (y no «sueño» como algo idílico, sino como aquello que imaginas cuando duermes). Porque mi corazón a veces late por intentarlo. Y mi mente dice «no». Porque quiero a otra persona.

Amores platónicos.
¿En qué momento te di permiso para entrar -de nuevo- en mis pensamientos? Ahora mismo, te quiero lejos.