– ¿En qué piensas cuando no puedes dormir?
– Pienso en ti. En los problemas que desaparecen cuando estoy contigo, pero solo cuando estoy contigo. En la distancia, el sentimiento llega a ser mucho más frío. Incluso llego a pensar que no te importo, que no piensas en mi.
– Tampoco te lo demuestro demasiado.
– Lo sé. No sé si piensas aprovechar el tiempo que tienes para estar conmigo, no sé hasta qué punto me echas de menos.
– Más de lo que piensas.
– Pero eso en la distancia es difícil de ver. Te entretienes con tus cosas y dejas que pase el tiempo, sin más. Y no te paras a pensar «Ey…la quiero, y se lo voy a demostrar».
– No me da miedo perderte.
– Ese es el problema. Que voy a estar ahí siempre. Pase lo que pase, estaré ahí. Sin importar las veces que tu indiferencia, tus olvidos, tu desinterés, me hagan daño. Diré «no importa» y seguiré ahi. ¿Y si ahora te digo que me voy?
– Me muero.
Categoría: Literatura
Fragmento IV – Amor
Un dia, se conocieron. Eran personas cualquiera, en un mundo cualquiera. Ningún punto en común y nada que perder. Personas solitarias, que daban su vida por los demás, sin esperar nada a cambio. Por dentro, morían, lentamente.
Saltó una chispa, una pequeña chispa. Imperceptible a los ojos de nadie. Pero a ellos no se les escapó. Se miraron a los ojos, como nunca habían visto a nadie.
Y, poco a poco, el destino les llevó a juntarse. A compartir todo aquel peso que llevaban encima. Miedos, inseguridades, problemas, experiencias. Vida. Todo aquello que nunca habían compartido con nadie, porque nadie se había atrevido a enfrentar sus miradas, a buscar más allá de esa máscara y ver directamente su alma. Blancas, brillantes, puras. Como ninguna otra alma podría ser.
Esa chispa se convirtió en necesidad, voluntad, fuerza. Amor.
Y el amor se convirtió en todo y lo único. Su mundo.
Keep Trying
La inocencia se pierde cuando se pierde la esperanza, que a su vez muere solo cuando dejamos de intentarlo, cuando nos rendimos, cuando imaginamos que no tenemos remedio y los demás, tampoco. Por eso les deseo y me deseo un año de intentonas y de rabietas por los fracasos, un año de esperanza salvaje, indomable.»
Copy y paste de ‘líneas de tiza’, de Paco Sanchez en su blog Vagón-bar.
Incluso tendemos a pensar que nos volvemos peores o, dicho de un modo más suave, que perdemos inocencia o felicidad con el paso del tiempo. Y no es cierto.
La inocencia se pierde cuando se pierde la esperanza, que a su vez muere solo cuando dejamos de intentarlo, cuando nos rendimos, cuando imaginamos que no tenemos remedio y los demás, tampoco.
Fragmento III – Amistad
Gracias, queridos compañeros, por acompañarme en este viaje.
Es un placer teneros aquí, leyendo esto, un texto en el que os demuestro lo importantes que sois para mi. Todas esas personas que han compartido alguna vivencia conmigo y han soportado todos los conflictos que se han presentado ante nosotros.
Primeramente, querría agradecer a aquellos que solo están ahí por el interés pero que, en el fondo, no han apreciado mi compañía. Gracias, de verdad. Ha sido gratificante darme cuenta, poco a poco, de que habeis estado ahí solo cuando a vosotros os ha interesado. Para todos vosotros:
«Por el interés, te quiero, Andrés.»
A los que ya no están, me gustaría decirles también unas palabras. Por todo lo que me habeis enseñado, por demostrarme «cómo soy» y todos esos calificativos. Mi egoismo y mi autoestima os lo agradecen mucho.Me habeis demostrado que hay gente por la que no merece la pena luchar.
«No vale la pena luchar por una persona que no lucha por ti.»
Mencionar también a los que dicen que he cambiado, que no soy la misma. Os pregunto «¿Por qué?». No será que no lo he intentado lo suficiente. Y, para los que piensan que «estoy ausente», solo decir que no, no estoy ausente. Pero no voy a estar para alguien que no está para mi cuando lo pido expresamente.
«Algunos creen que para ser amigos basta con querer, como si para estar sano bastara con desear la salud.»
Y, a aquellos que en su momento fueron ‘amigos’, y que ahora simplemente son personas a las que no me gustaría ver (alguna que aún me gustaría tener cerca, en algunos momentos). A vosotros, daros las gracias por todo lo que habeis sido, y lo que, a lo mejor, os habeis perdido. El pasado es pasado.
«Todos sabían lo que tenían, pero nunca pensaron que podían perderlo»
Gracias, amigos míos, por haber estado en los mejores momentos de mi vida. Gracias, por NO estar en el momento en el que dije «quiero desaparecer». Gracias por NO estar el día en el que me di cuenta que los que no estaban, no merecían la pena. El día que me di cuenta que la amistad va mucho más allá del «estar» o «no estar», y lo que importa es el presente. El día a día, el aquí y ahora. No nos podemos quedar anclados en el pasado, en cosas que hemos hecho o hemos dejado de hacer (o no hemos hecho). Un concepto de la amistad distinto, del presente, del pasado, del futuro. De las personas que SIEMPRE han estado ahí, que siguen estando, y que quiero que sigan estando en todos esos momentos importantes de mi vida.
Un sms en su día no fue suficiente, a nadie le importó y nadie le dió la menor importancia (no me lo han demostrado, al menos). Así que, a todos vosotros, os doy las gracias, por absolutamente NADA.
Porque los amigos sabrán animarte cuando estás mal, sin tener que estar contigo ni pasar tiempo contigo. Porque puedes estar meses sin hablar con ellos, que todo será EXACTAMENTE igual que siempre. Por esos detalles que MERECEN la pena. Gracias, «amigos», por abrirme los ojos, por hacerme entender lo que de verdad significa «amistad».
«Si sientes que todo perdió su sentido, siempre habrá un ¨te quiero¨, siempre habrá un amigo.»
Fragmento II
Todo volvía a ser como antes.
Volvían los besos en la mejilla y los abrazos por la espalda. La calidez que poco a poco se había ido perdiendo. La rutina, los problemas, el mundo, se habían encargado de esconderlo todo. Una sesión de amor intensivo, con suaves caricias y ropa desperdigada por una pequeña habitación.Y así parecían arreglarse los problemas, desaparecían las preocupaciones, el mundo no existía.
Un lunar, sus ojos cerrados y una sonrisa en su rostro.
Volvían las sesiones de cosquillas, compartir momentos detrás de una pantalla, robar almohadas y mantas. Pequeños instantes de silencio absoluto, donde sobraban las palabras.
«Gracias… por existir».
Fragmento I
– ¿Y no te sientes sola?
– Constantemente. Pero supongo que hay momentos en la vida en los que solo quieres eso, estar solo. Para sentir que puedes mantenerte con tus propios pies, que no necesitas a nadie, que puedes vivir a tu aire.
– ¿Y después?
– Y luego vuelves. Sin avisar. Y te rodeas de aquellos a los que echaste de menos, haciendo lo que habías dejado de hacer. Sonriendo, de nuevo, como si nada hubiese pasado.
– Aunque en el fondo, algo ha pasado, ¿no? Has cambiado.
– Porque no se puede ser siempre la misma persona. Sin embargo, corres el riesgo de perder el norte. De perderte. De no saber quien eres, ni quien eras. Después de tanta retrospección, de tantos cambios, de tantas verdades, ya no sabes lo que es cierto. No sabes en qué debes confiar, ni con quién debes estar.
– Puedes confiar en mi.
Sonrió. Pero era una sonrisa… cansada, y aún así aparentaba ser normal. Como si nada pasase. Cuando, en el fondo, incluso aquellas palabras, le provocaban de nuevo esa sensación de soledad. Asentía, afirmaba, sonreía, pero, en realidad, era como si nada le importase.
Esta noche dime que me quieres
Moccia ha vuelto a enamorarme. Me había decepcionado con su libro «Perdona pero quiero casarme contigo», y llegué a pensar que no volvería a leer nada de él, ni a comprarme ningún libro suyo. Pero en mi cumpleaños me regalaron este libro y, aunque, en un principio es un poco (bastante) predecible, me ha vuelto a enamorar. No se puede decir que Moccia sea el rey de las sorpresas… te lees los tres primeros capitulos, donde presenten a los personajes, y ya sabes cómo va a acabar la historia… Pero no sé cómo lo hace, que siempre consigue dejarme con la boca abierta… por su visión de la vida, del amor y de todos esos momentos importantes en la vida de alguien, por el sentimiento a la hora de escribir, por esas frases, párrafos, que te dejan helada.
Hoy, voy a traeros unos cuantos. Primero tengo que decir que… NADA DE ESTO ES MIO.
Título original: L’uomo che non voleva amare
© Federico Moccia, 2012
© por la traducción, Maribel Campmany, 2012
© Editorial Planeta, S.A., 2012
«-También los matrimonios y las historias bonitas se acaban, pero eso no quiere decir que hayan sido menos importantes. Casi siempre nos esforzamos en descubrir quién ha tenido la culpa, cuando tal vez no la haya tenido ninguno de los dos. Como te ha ocurrido a ti, Sofia.»
«Cada vez que conoces a alguien, tu vida cambia y, tanto si te gusta como si no, nosotros nos hemos encontrado; yo he entrado en tu vida y tú en la mía.»
«¿Cuantas veces nos hace soñar una imagen, se convierte en la posibilidad de realizar todos nuestros deseos, pero al final la realidad resulta ser muy distinta? La vida es una serie de sueños que acaban mal, es como una estrella fugaz que cumple los deseos de otra persona. «
«- Pero ya sabes que soy un timo, ¿verdad?
– Sí… lo sé. Pero el amor está hecho así: cuanto más sales perdiendo, más feliz eres.»
«- ¿Sabes? Estoy solo muy a menudo, y entro en Internet, en los blogs, y leo miles de historias de ésas, de gente que ha sufrido un desengaño, que ha sido infiel…. Me pregunto, si existe un Dios, ¿cómo se siente? Él, que debe conocer todos nuestros problemas, nuestros deseos, que ve nuestras continuas miserias.
– Si existe, seguro que se aburre. Tú tampoco deberías pensarlo. Hay cosas más bonitas y gente mejor.
– Sí. Pero se esconden muy bien – (…) – No hay nada que hacer. La vida es sucia.»
«-¿Sabes qué dijo Borges en una ocasión? <
>
– Pero ¿sólo se te ha quedado grabada esa frase? Quizá también dijera otras cosas. La felicidad hay que construirla.»
«- ¿Por qué todo empieza y acaba con tanta facilidad? ¿Por qué no hay ganas de construir, de seguir adelante, de renunciar, de ser fuertes? ¿Por qué no se prefiere lo bonito, el amor limpio, el amor honesto…? ¿Por qué…?«
«La vida es como un gran rompecabezas incompleto. (…) Sin embargo, hay piezas que no se sabe dónde han ido a parar y que nunca se encontrarán.»
Grande, Moccia…. Gracias por volverme a enamorar con tus palabras.
Lecciones de humildad
“¿Y si uno se da cuenta de que mira y no encuentra nada, escucha y no se queda con nada, piensa y no concluye nada, y por tanto, nada tiene que contar?” La pregunta así formulada y en público, ya digo, me conmovió. Le contesté que si ella se veía en esa situación, se encontraba ya en el mejor trampolín para saber mirar, saber escuchar, saber pensar y saber contar: la humildad.
Me presento
Eso, como título, no está mal. Si tengo que ser sincera, yo le habría puesto otro. Algo así como «Hola. Me llamo Irene»… Bueno, puede que ese no. Me llevaría un buen rato pensarle un buen título y otro buen rato buscar una manera de empezar, que creo que es mi gran problema. Pero, puestos a inventar y a ser original, haré lo que dijo mi profesor de Comunicación Oral y Escrita (Pepe Sánchez) que NO hiciéramos. Empezar la presentación como todos lo harían:
Hola, me llamo Irene. Tengo 18 años y estudio en la Universidad de Coruña. Soy de Porriño, allá de camino entre Vigo y la frontera con Portugal, y, aunque podría haberme ido a estudiar a Pontevedra, escogí Coruña porque estaba más lejos… pero no lo suficiente. Desde siempre me ha gustado la animación y el cine, por eso pensé que Comunicación Audiovisual era mi carrera. Aún lo estoy averiguando. Otras opciones que tenía era Telecomunicaciones o Informática, Traducción e Interpretación, Turismo o Psicología, pero… las fui descartando porque, como aficiones no están mal, meros pasatiempos, pequeños intereses, pero no son carreras a las que me gustaría dedicarme profesionalmente. Y aquí estoy, presentándome como trabajo para la clase de Comunicación Oral y Escrita.
Sé que describirme físicamente no tiene demasiado sentido, pero es mucho más fácil que darme a conocer. Mucho más fácil. Tampoco es que sepa demasiado cómo describirme. Pelo rizado y castaño, ojos verde-grisáceo, piel clara y mediana estatura. Delgada, sin extremos. Pocas veces uso las gafas ya que las mías no me gustan. Y hasta aquí puedo contar sin caer en demasiadas subjetividades.
Podría decir, además, cómo soy de personalidad. Alguna vez lo he intentado, pero no soy capaz. Se me escapan los adjetivos y no tengo las palabras demasiado claras para hacerlo. Sin embargo, puedo intentarlo hablando de lo que me gusta y de lo que no me gusta. Quizás no sea demasiado interesante (quien sabe), pero intentaré explicarme lo mejor posible, para que entendáis por qué intentaré describirme por medio de mis gustos. A veces las aficiones hablan más de uno mismo que lo que podamos decir al respecto.
No voy a hablar de mis grandes pasiones, como el cómic o la animación japonesa (manga y anime), la música o el cine. No voy a hablar de mis tres años de japonés ni de mis ganas por aprender a tocar la guitarra o a manejar una cámara réflex. Tampoco voy a hablar de mi amor por los perros, gatos y, especialmente, los lobos. Ni de mi interés por la informática y los videojuegos tipo rol como el Final Fantasy o The Legend of Zelda. No, no voy a hablar de eso. Hablaré de esas pequeñas cosas que me hacen sonreír o llorar.
Me gusta… caminar por la calle Príncipe, en Vigo, y empezar a sentir el olor a gofres tan característico. Sentarse al borde del mar y sentir esa brisa en la cara. Pasear acompañada de música, buena compañía y buena conversación, únicamente por el placer de dar un paseo que pueda durar horas. Ir por la calle y escuchar una conversación entre un niño y su madre. Y sonreír y pensar «bendita inocencia». Escapar de la gente y buscar un sitio tranquilo, un lugar dónde disfrutar de la soledad o de un buen libro. Porque a veces me gusta estar sola. Son cosas que me hacen sentir bien.
Me gustan las cosas de las que nadie habla y que muy poca gente conoce. Las cosas que no encuentras en cualquier sitio como un grupo de música determinado o una película en concreto. Un libro pasado de moda o que nadie leyó o una serie que nadie vio. Leer un libro e ir anotando cosas, frases que me impactaron e ideas que surgen leyendo el libro, aunque luego no las vuelva a pensar en la vida. Me gusta el sonido de las gaviotas y el olor a hierba mojada después de mucho tiempo sin una gota de lluvia. También la hierba recién cortada. ¡Ah! Y me gusta que me sorprendan con pequeñas cosas inesperadas. Que una persona especial me visite sin avisar o encontrarme con alguien a quien aprecio por la calle por simple coincidencia.
También puedo decir de mí que me gustan las personas que, aunque hablen por los codos, te saludan con una sonrisa. Que escuchan. Quizás no sepan escuchar, pero yo tampoco soy la más indicada para hablar. Admiro a esa persona que tiene el valor de vestir sin pensar en la opinión de los demás, en el qué dirán, y me encantan aquellos que saben expresarse de forma oral, ya que a mí se me da bastante mal. También admiro a la gente que no tiene miedo a expresar cómo se siente ni a enfrentarse a los problemas. Que tienen el valor suficiente para seguir adelante, pase lo que pase, y que nunca se rinden, y la gente que te da lecciones de vida con cada palabra. Eso, en mi opinión, ya no es una «pequeña cosa» que me hace sonreír. Y aunque parezca que me gusta la gente, casi toda la gente, en realidad odio estar rodeada de gente. Odio las playas en verano y las grandes masas de gente. Quizás porque, entre tanta gente, me pierdo. Y si me pierdo, me cuesta ver más allá de lo que está enfrente de mis ojos. Aunque a veces perderse no está tan mal.
Podría seguir hablando de las cosas que me gustan, de eso que me hace sonreír. Pero también dije que hablaría sobre lo que me hace llorar… Esta presentación me hace llorar, es demasiado mala. Pero yo lo intento, porque tampoco tengo nada que perder y porque, si algo me gusta, es escribir. Escribir pensamientos sin sentido, sí, pero escribir. No sé hacer literatura, no sé hacer críticas ni poesías. Ni ensayos, ni columnas, y nunca probé con el teatro, pero no sé si se me daría lo suficientemente bien. Solo escribo pensamientos, cosas que cualquiera pensaría o que ya pensó pero nunca escribió. Cosas que puede pensar cualquiera, cualquier día, a cualquier hora, en cualquier momento. Cosas que pienso cuando estoy sola. Pequeñas cosas.
Debo reconocer que, después de todo esto que he soltado y si tengo que ser sincera, no sé presentarme. Se me da mal describir a la gente, no sé decirles cómo son. Y mucho menos decirle a alguien cómo soy yo misma. Pasen, entren en mi vida y juzguen. Yo, desde luego, no diré nada.
(Y, sin embargo, las palabras dicen mucho)
Just live
Take a step back. Fucking look at yourself. You are human. You are beautiful. You are so beautiful. And you can be anything. You can be everything. Do not hate everyone because someone broke your heart, or because your parents split up, or your best friend betrayed you, your father hit you, the kid down the street called you fat, ugly, stupid, worthless. Do not concern yourself with things you can not control. Cry when you need to, then let go when it’s time. Don’t hang onto painful memories just because you are afraid to forget. Let go thing that are in the past. Forget things that aren’t wort remembering. Stop taking things for granted. Stop taking life for granted. Live for something. Live for yourself. Fall in love. Fall out of love. Fall in love. Fall out of love. Do this over and over untill you know what it really is to love someone. Question things. Tell people how you really feel. Sleep under the stars. Create. Imagine. Inspire. Share something wonderful. Meet new people. Make someone’s day. Follow your dreams. Live your life to it’s full potential. Just live, dammit. Let go of all of the horrible thing in your life and fucking life. And one day, when you’re old, look back with no regrets.