– Hay un poema que me encanta… – respondió -. Habla sobre la separación de unos padres… Dice que son muchas cosas a la vez.. Para los niños, el primer fin del mundo… Para los muebles son golpes, cargas y descargas… Para las paredes, cuadrados con forma de cuadros inexistentes..
Madre nos miró… El gemelo mayor fue el primero en hablar…
– Tu muerte será dejar el fútbol. Ya no habrá más balones ni gritos de gol…
El gemelo pequeño también se unió a aquello.
– Tu muerte será sentirme nuevamente diferente… Menos susurros en tu cama, menos secretos… Menos nuestro mundo…
Miré al mayor, vi que no iba a jugar. Yo sí que participé.
– Tu muerte hará que ya no haya más sonrisa en puños… Y quizá encuentre más violencia en otros…
El mayor explotó. Se veía venir.
– ¿No lo puedes hacer de una forma normal? – dijo levantándose y rompiendo aquel círculo-. ¿No puedes hacerlo como lo haría otra madre, sin hacernos reflexionar? No lo quiero hacer, no quiero jugar a este juego absurdo. No quiero pensar qué será de mi vida sin ti… No eres un tema para un poema… Eres mi madre…
Dejó de hablar, pero en seguida volvió a la carga…
– ¿Quieres saber realmente qué serás si mueres? Pues palabras, sólo es… Escuchar muchos «lo siento» y «te acompaño en el sentimiento…» de gente que jamás te ha venido a ver. Y, en el futuro, escuchar muchas más palabras el resto de mi vida… «Fue difícul perder una madre tan joven?» «¿Cómo lo llevaste…?» Te convertirás en frases y palabras que dirán unos desconocidos que nunca formarán parte de mí… Un montón de palabras que jamás querría escuchar… Eso serás…
Madre lo cogió del brazo y lo hizo volver a sentarse, retornar al círculo…
Mi hermano mayor lloraba como nunca le había visto hacerlo… Temblaba y gimoteaba sin abrir los ojos…
Siempre he creído que una persona que no permite que vean sus ojos siente mucho placer o mucho dolor… Y es que cuando los cierras completamente sólo puede significar que estás en tu propio mundo… Y los mundos propios suelen ser tan personales que necesitas que el exterior no te salpique…