¿Y los recuerdos?

Me preguntaste si sabía cómo se podía borrar un álbum de fotos, unas fotografías. Y a mi se me vinieron un montón de preguntas a la mente, algunas sin sentido. ¿Y los recuerdos? ¿Cómo se borran los recuerdos? Es fácil quemar las fotos, borrar los archivos, pero… ¿y las imágenes de nuestra memoria? ¿Los tesoros que guardamos? ¿A donde se van cuando ya no queda nada? ¿Se los llevará el mar? ¿O quizás la brisa? ¿Serán borrados por la suave arena? ¿O quedan grabados a fuego bajo la piel? Ocultos, secretos, privados, solo tuyos, pero también de él… ¿Qué será de los recuerdos? ¿También se borrarán, como las imagenes? ¿Es posible? Cada beso, cada sonrisa, que era solo vuestra… ¿Serás capaz de borrarlas? Yo confío en ti. Sé que tú lo conseguirás. Pero.. ¿Y él? ¿Qué será de él? De sus recuerdos y de sus imágenes, cuando ya has puesto un punto y aparte en su vida, en la tuya. Un corte en el camino.

Sin embargo, y como siempre, con recuerdos o sin ellos, se trata de seguir adelante. No arrepentirse de las decisiones, si eran las más correctas. No mirar atrás, no buscar en los recuerdos. Salir con la cabeza alta. Que esos recuerdos no hagan daño, salgan solos y sean algo bonito. Algo que ya no existe. Algo que ya se acabó. Algo, al fin y al cabo.

Recuerdos… tristes recuerdos.

qué caro es el tiempo…

cuando quise darme cuenta, la gente ya hablaba de carnavales… a veces me sorprende lo rápido que pasa el tiempo, casi sin darnos cuenta, y lo poco que me entero del mundo que me rodea. Quizás es cierto que me aislo demasiado, quizás vivo muy en mi mundo… Bueno, tan malo no debe ser.

Y, de nuevo, carnavales… (un día sin mi música y mira lo que pasa)

Tiempo de cambios

Supongo que su entrada me ha hecho pensar. Bueno, de alguna manera, es algo en lo que siempre he pensado. Donde estaré dentro de un año, o dentro de 20… ni siquiera tan lejos, dónde estaré dentro de 8 meses, en Septiembre… o incluso en Junio, cuando empiece mi pequeño «calvario»cuando el mundo empiece a girar, cuando empiece a moverme, cuando empiece a «hacer algo».
 Mi vida siempre ha sido sencilla, sin cambios bruscos (excepto excepciones… valga la redundancia), basada en la rutina y en el paso del tiempo. Nunca me ha preocupado (y, aún así, sigue sin preocuparme). No necesito una vida complicada, que yo ya me la complico bastante. Todo ha sido lento, despacio, y las pocas veces que he ido con prisas, todo ha salido del revés. Sin embargo, no puedo evitar pensar que dentro de nada mi vida quizás sea diferente, quizás no tanto, quizás no haga nada o esté haciendo algo que me guste, o esté haciendo algo que no soporto (¡espero que no!). Pensar que no queda nada, absolutamente nada para que tenga que decidir, y decidir algo de lo que no me arrepienta en la vida, que sea lo que realmente quiera, que me haga «feliz» o, al menos, no me aburra, que se adapte a mí de la mejor manera posible. Decidir y no hacerlo mal, pues es algo que cambiará mi vida. Supongo que es lo que sientes cuando se acerca ese momento decisivo, cuando en cinco meses todo se acaba
Está claro que no echaré de menos vivir aquí. Mi pueblo no es lo que se diga un pueblo agradable. No sé donde estaré, pero Vigo no quedará tan lejos.Echaré de menos las clases de japo… por no decir a él. Pero no me preocupa. Estaré bien, estará bien, estarán bien. Y seguiré sonriendo
Es el no saber y la incertidumbre lo que me preocupa (un poco), y el tener que afrontar esos cambios. Y que sean para mejor, nunca para peor… Será cuando mi vida se empiece a mover por algo, y eso será importante. ¿Sabré lo que es amar? Quien sabe.

Por poder, puedo

Podría escribir mil cosas, escribir mil palabras y doscientas letras. Podría hablar sobre todo, sobre nada y sobre lo otro. Sobre esto, sobre aquello. Podría inventarme una historia que hablase de dragones, duendes, príncipes y princesas. Brujas malvadas, ogros y el hombre del saco. Una historia que dé miedo, una que hable de amores imposibles, de amores olvidados, de amores que no pueden ser. Una historia que tenga final feliz. Una historia en la que mueran los protagonistas, a lo Romeo y Julieta. Podría inventarme una historia que trate de la profundidad del corazón, que hable de esa parte oscura del alma. Una historia que te dé miedo, que te haga pensar, que te haga reflexionar, que te haga cambiar. Podría escribir un cuento infantil, sobre perritos, conejitos y animalitos diversos, que tuviera una intención moral, que pretendiera educarte. Podría hablarte de un hombre no demasiado alto, un gigante o de aquella chica que vi. Una chica que lloraba. Podría hablarte de la tristeza. Podría hablarte de la alegría. Podría hablarte del amor o del odio. Podría hablarte del egoísmo de la humanidad. Podría hablarte del egoísmo individual de cada uno. Podría contarte cuales son mis anhelos, podría averiguar qué anhelan los demás. Imaginar y dejar que las palabras fluyesen.Podría contarte qué dicen las canciones que escucho o que quieren decir todas esas melodías. Podría enseñarte el lenguaje del silencio o describir el sabor del viento. Podría decirte de qué color es el sonido de las olas del mar o a que huele el tacto de una mariposa. Podría decirte qué veo cuando cierro los ojos, cuando todo está oscuro. Podría contarte una historia que hablase de la soledad y de alguien que siempre estuvo solo. Podría decirte qué es la amistad e inventarme una historia sobre eso. Escribir sobre la marcha en qué consiste el mundo.  Podría hablar de mi y contar mi historia. Podría hablar de ti. Podría hablar de él o de ella. De nosotros. De ellos. Podría hablar de todo lo posible y lo imposible. De aquel juego que jugué, de la serie que vi o del libro que leí. Puedo escribir una historia real o inventada, original o una copia. Podría perderme en mil palabras, en mil preguntas y en mil respuestas. Podía irme por las ramas y no decir absolutamente nada. Decirlo todo. Repetirme y volver a decir lo que ya he dicho. Repetirme de nuevo, con los mismos errores. Podría decir todo lo que he callado y lo que sigo callando. Podría perderme entre líneas (y no sería difícil). Podría decir todo lo que quiero y lo que no quiero. Podría no decir nada y quedarme en silencio.

…..

…..

…. Silencio. Podría decirlo todo. Y sin embargo, no habría dicho nada. Y sin embargo, lo que quiero decir está ahí.

No he dicho nada.

Ser… soy como soy

Si tuviera que decir cómo soy, no sabría por donde empezar. Quizás empezaría diciendo que soy una chica un tanto friki y bastante geek. Me flipan las cosas de informática, el manga y el anime. Los videojuegos, el ordenador e Internet. Apenas me gusta la televisión o la radio. Escucho mi propia música y soy capaz de perderme en el MediaMark (yo no soy tonto!) durante horas, solo viendo precios y sin comprar nada. Me gustan las orejas de gato y las clases de japonés. También me gusta leer shojos y ver algún shonen. Me encanta escribir mis propias  historias con Antía y Mine y después hablar de ellas, imaginar situaciones y pensar, en algún futuro, escribirlas, llegar a publicarlas (aunque piense que es imposible). Me encanta que la gente se extrañe al escuchar mi música, con mezclas como 3 Days Grace y Conchita. Me encanta La Quinta Estación (La Frase Tonta de la Semana) y Yellowcard (Back Home, Dear Bobby…), Simple Plan (Meet you there) o M-Clan (Miedo), entre otros. También me gusta Kudai. Quizás eso me haga especial.
También podría decir que, como me dicen siempre, soy bastante terca y cabezota. Optimista, siempre que puedo. Prefiero pensar que todo va a salir bien antes de que vaya mal. Pensar que los problemas son solo problemas pasajeros y que cualquier desgracia solo puede ser cosa de la mala suerte. Soy feliz si puedo ver a los demás felices. Me gusta reírme con mis amigos, especialmente con Lucas y con Deby (juntos o separados) y de Antia (=P). Pasar una tarde con Rocío, Raúl, Ingrid... Y sin olvidarme de Adry, Bea y Miel, o incluso David. Me gusta ayudar, intentar animar a la gente aunque a veces no lo consiga. Esforzarme por intentarlo. También soy bastante fría, seca y poco cariñosa. No soy una buena amiga y, mucho menos, una buena novia. Tengo mis defectos, que son muchos, y no intento agradar a nadie. Mi gran máxima es que «tienes que gustarte a ti mismo». Tampoco me enfado demasiado, prefiero dejarlo estar antes de enfadarme más, prefiero olvidarlo. Puede que a veces me cueste mucho perdonar, puede que a veces piense que es injusto, puede que piense muchas cosas. Pero no lo diré si también pienso que es injusto lo que estoy pensando. Soy de esas personas que piensan «sus motivos tendrán», que piensan «el problema es suyo», que piensan «si se enfada es cosa suya, yo no estoy enfadada». A veces me cuesta mucho hablar las cosas, solo por no estallar y decir barbaridades. Y muchas veces incluso me siento culpable si alguien se enfada (aunque no sea culpa mía). Sin embargo, también sé ser encantadora, si puedo y me lo propongo. También puedo ser la persona más amable y generosa. También soy egoísta, y muchas veces solo pienso en mi. Sin embargo, me gusta pensar en los demás antes que en mi misma, aunque  a veces no lo cumpla. Me gusta esforzarme por mejorar y por ser mejor persona. Por ser una persona razonable y sensata, aunque no lo consiga, y trato, muchas veces, de no dejarme llevar por sentimientos menores y negativos y que prevalezcan, sobre todo, esos fuertes lazos que me unen a la gente.
También podría decir que soy una persona que le gusta la libertad. No me gusta sentirme agobiada ni caminar entre mucha gente. Me gusta el mar, especialmente su brisa, y el viento. Volar de vez en cuando. Ponerme de pie de cara al viento y estirar los brazos, sentir el viento en mi cara y escuchar el ruido que hace al mover las hojas de los árboles, escuchar las olas del mar (si estoy cerca del mar) y esa sensación de estar volando.  Soy de esas personas que piensa «eres libre», que no ata a nadie a su lado, que tampoco exijo demasiado (o eso creo). Que piensa «puedes estar con quien quieras». Tampoco me gusta que se preocupen demasiado por mi. Si estoy mal, me animo pensando que «estaré bien». No suelo callarme lo que siento y, normalmente, siempre se lo contaré a alguien. Si no, siempre puedo escribirlo en el blog (sé que siempre habrá alguien que lo lea, aunque solo sea Lowell).
También puedo hablar de lo que no me gusta. Es una lista bastante extensa, y soy tan quisquillosa con mis cosas que no sabría por donde empezar. Tengo muchas manías. No me gusta la textura de las verduras, por ejemplo. La cebolla es algo que odio. Tampoco me gusta el huevo, ni la tortilla de patatas. No me gusta el olor a gasolina, que a mucha gente le gusta, ni el de la pintura. Realmente y, generalizando, no me gusta ningún olor demasiado fuerte. Me encanta el olor de la lavanda. Odio el agua fría en la ducha. Tampoco me gustan los sonidos chirriantes, y mucho menos los golpes o golpecitos repetitivos, especialmente si van acompañados de movimientos repetitivos. No soporto esos movimientos repetitivos ( y Antía lo sabe bien). Tampoco me gustan los relojes de tic-tac, tan insoportables, a los que siempre les quito la pila. No me gusta dormir con alguna luz (tengo que bajar la persiana del todo y desenchufar todo lo que pueda tener luz). Es imposible que mi habitación esté más de un día ordenada, porque siempre acabo colocando todo en una esquina. Odio la falta de humanidad que tiene mucha gente. La poca caridad y el egoísmo. El valor que se le da al dinero y al éxito hoy en día. Que la gente se olvide de las cosas realmente importantes. También odio las palabras engañosas, las falsas promesas y las palabras cumplidas. Quizás porque yo siempre intento ir con la verdad por delante. Odio la prepotencia y aquellas personas que intentan ir por delante de los demás, que se aprovechan de las buenas acciones o que intentan aplastar al de al lado. Odio los recuerdos, que muchas veces hacen daño, y el miedo al pasado. Odio que la gente cambie, especialmente si no te avisa. Odio que se le de más importancia al amor que a la amistad, aunque cada uno es como es.

Quizás podría dejarlo así. Me faltarán cosas, miles de cosas, pinceladas de mi misma. Sin embargo, soy como soy, y sigo esforzándome por cambiar para mejor. Está claro que no soy perfecta, que tengo un montón de fallos. Tampoco intento ser perfecta. Me gusta ser como soy. Me gustan mis defectos, tanto físicos como psicologicos y no trato de que les agraden a nadie. Esta soy yo (asustada y decidida, como diría la canción).Y quien no quiera, que no mire.

Como…

Me pregunto…
si tener miedo a olvidar puede llegar a ser normal.
Si la vida puede cambiar de la noche a la mañana (literalmente).
Si es posible echar de menos a alguien durante mucho tiempo.
Si se puede mantener la amistad.
Si se puede seguir enamorado cuando ya no te queda nada por conocer.
Si querer conocerlo todo está «bien»
Si de verdad existe esa distinción entre el Bien y el Mal.
Si lo que sentimos no es mera ilusión
Si existe alguna ilusión que dure eternamente.
Si… si la vida dejará de atizarte algún día.
Si la música de verdad amansa a las fieras.
Si las perlas brillan incluso de noche.
Si los sueños se cumplen.
Si puedo quererle más de lo que le quiero.
Si alguna vez dejaré de preguntarme cosas y de tener miedo.
Si tener miedo, hasta cierto punto, es normal.

Si las dudas no inundaran mi mente
Si pudiera ser libre
Si…

Si…

Si…