Odio

Es extraño como la gente puede colarse en tus sueños, cambiarte la vida sin preguntar, entrar sin llamar y decir «ey, aquí estoy».

Y sabes que con esa persona nunca has tenido una relación… normal. Que siempre ha sido un ir y venir, un constante «te echo de menos». Y cuando llega, se va. Un día al mes, dos. No más conversaciones.

¿Ahora mismo? Me siento confusa. Confusa por un sueño (y no «sueño» como algo idílico, sino como aquello que imaginas cuando duermes). Porque mi corazón a veces late por intentarlo. Y mi mente dice «no». Porque quiero a otra persona.

Amores platónicos.
¿En qué momento te di permiso para entrar -de nuevo- en mis pensamientos? Ahora mismo, te quiero lejos.

No me gusta hablar por teléfono

No me gusta hablar por teléfono.

No me gusta hablar por teléfono.

No me gusta hablar por teléfono.

No me gusta hablar por teléfono.

No me gusta hablar por teléfono.

Mismas conversaciones, mismas ideas, mismas palabras. Mismas promesas, que no valen nada. Que nunca se cumplen. Lo siento, no me gusta hablar por teléfono.

Gracias por llamar. O no. O sí. O tal vez. O quizás. Ya no lo esperaba. Hacía tiempo que no hablábamos. Cosas que contar y cosas que no contar. A Venecia, sí, eso, a Venecia. Galicia. Y Madrid.

Ya hablamos. Cuando quieras, cuando no sea una molestia. Si, eso….

¿Qué coño se supone que estoy haciendo?

Que el mundo pare

Cuando comienza a ser adictivo. Obsesivo, compulsivo y necesario. Ahí es cuando empieza a dar miedo.

«El doctor me recomienda que no me quite mi abrigo, que no esté ya más contigo.»

Y yo digo… ¿Por qué no? ¿Qué es lo más malo que puede pasar que no haya pasado ya? Si haga lo que haga, tengo la confianza de que no va a pasar nada. Una esperanza, una ilusión. ¿Y por qué no? Un viaje del que, estoy casi segura, pase lo que pase, cuando vuelva todo seguirá igual. Y que el mundo pare, que yo quiero un amor imposible. O improbable.

«Porque lo improbable es, por definición, probable. Lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar. Mientras haya una posibilidad, media posibilidad de entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.»

Mientras haya una posibilidad, vale la pena intentarlo. ¿Por qué no? Cuando las conversaciones se vuelven minutos hasta las tantas. Horas. Y que el mundo pare, por favor. 
Yo soy una chica de ciudad. Y de mar. Y de campo. Allá donde se puedan ver las estrellas. Y eso es todo lo que quiero. Una estrella. Quizás…

Obsesivamente compulsivo

Conversaciones guardadas

– ¿Estás ocupado?
– Estudiando en la biblioteca. Hasta el jueves no acabo.
– Suerte, entonces. No te molesto más, ^ ^ Más te vale aprobar, ò_ó ¿Hablamos cuando acabes los examenes? (si quieres, claro)
Claro ^ ^
– ¡Ánimo! Ya hablaremos, entonces, ^ ^ Buenas noches.

A ti solo puedo decirte que GRACIAS, como siempre

Él me lo dijo hace años.

Hay que poner mucho empeño en volar cuando alguien te ha encadenado a la tierra; pero has de romper las cadenas, ese es el interés de la vida porque si no ¿que interés tendría poder volar? ¿que interés tiene conseguir algo si no es porque lo has perseguido largo tiempo? 

Venga, un saludo

Estoy más que segura de que no se pasará por aquí. Ni siquiera se acordará. Y, quien sabe, quizás de vez en cuando piense en mi. A veces me gusta pensar que si. Que nunca he sido una carga. Que nunca fue culpa mía. Dependencia emocional absoluta. Especial, quizás especial. De alguna manera, aprendí. Por las malas, aprendí. A ser independiente, a ser yo sin preocuparme por los demás. A estar a mi aire y dejar a los demás al suyo.

No, sé que no se pasará por aquí. Dudo que lo haga alguna vez, ni siquiera tiene tiempo. En cualquier caso, me apetecía escribir sobre eso.

(no hablaré más de ello, lo prometo)

Que sea nuestro secreto

¿Alguna vez has tenido un secreto que no puedes contar a nadie? Uno de esos que nadie sabe y que ocultas cada noche y en cada pensamiento. Hay mil motivos para guardar un secreto. Y pasarán años, y tú seguirás guardando ese secreto. Quizás te va la vida en ello. Y un día decides contarlo. ¿Qué tiene que tener esa persona? ¿Por qué es especial? Una noche te sinceras. No es un secreto especial, pero necesitas… una pequeña ayuda. ¿A quién se la pides? ¿Y por qué escoges a esa persona? Alguien que te ha demostrado que confía en ti, y tú decides confiarle tu vida. Todas esas historias que fueron importantes, esas que has contado y, especialmente, esa que no has contado. Y esa persona te ayuda y te aconseja. Que si tienes frío, no te quites el abrigo (y con razón). Que olvides. Que sigas para adelante y no te pares en ningún momento. Que lo dejes todo atrás, que te alejes. Que dejes de esperar y de buscar.

Y tú no la ignoras. Dejas pasar el asunto. Te dices «la próxima vez». Siempre la próxima vez. ¿Qué tiene de especial la próxima vez? Ya veremos.

El doctor me recomienda que no me quite mi abrigo, que no esté ya más contigo.

(Lowell, gracias por confiar en mi)

… Navidad

Me pregunto… me pregunto que hubiera pasado si no hubiese callado  nada. Si me hubiese lanzado. Si hubiese sido más directa y menos retorcida. Si no hubiese intentado engañarme a mí misma y decirme que no lo quería, que «solo era amistad». Me pregunto si las cosas hubiesen sido diferentes, si estaría ahora tratando de salvar distancias o, por el contrario, me hubiese olvidado de ti. Si sería capaz de olvidarme, si no te debiera tanto. Si no hubieses sido todo, mi salvación, mi cordura, esa mano a la que sujetarme…

… Hasta que sentí como si te hubiese ahogado. Hasta que sentí como si te hubieses ido. Hasta que sentí que sería difícil recuperar todo ese tiempo, esas conversaciones que tanto me ayudaron a crecer, que tanto me enseñaron, con las que aprendí casi todo. Aprendí más con mis errores.

Sin embargo, estoy confusa. No sé qué pensar, no sé qué piensas. No sé ni si te conozco, si sigues siendo el de ayer. Yo, desde luego, he cambiado. Gracias a ti, por tu culpa, por mi culpa, gracias a mis grandes errores y mis meteduras de pata. Me siento culpable, por todas y muchas cosas, por ti, por mi, por él. Me siento culpable por tantas cosas que dije y que callé. Por tantas que aún callo, por tanto daño que puedo hacer.

No sé si merecerá la pena llorar. No sé si reír.  No sé. Ojalá alguien me enseñara a amar, sería mucho más fácil. Pero, como tú mismo me dijiste, eso no se enseña. Tambien me gustaría aprender a olvidar. Y olvidarte, por que no sé si es bueno. Por qué no sé  nada.

Feliz Navidad a ti también. Y buenas noches. Y gracias. Y hasta pronto. Seguiré esperando que te conectes y hablemos. Que me mandes un mensaje, y hablemos. Que  me llames, y hablemos. Seguiré esperando, aunque no sea bueno.

Muralla…

Esa muralla que encierra
el corazón en su tumba
intenta cerrar la herida
y acabar con el dolor
se alza impávida ante el alma
escondiendo el corazón
torna en hielo la mirada
y congela el interior. 
Más quien encuentra una grieta
y se esfuerza por entrar
puede atravesar la piedra
y llegar al corazón
Entonces llega una chispa
de lo profundo del alma
la chispa prende una vela
que derrite la mirada. 
Comienza a surgir entonces
una tímida sonrisa
surge pequeña y hermosa
más destruye la muralla
acaba con los cimientos
y deja paso al amor
hasta que el amor se apaga
hasta que vuelve el dolor

Hasta la próxima, volveremos a vernos

Frialdad. Se notaba frío. Podíamos hablar de tonterías, pero cuando la cosa se ponía seria era como si una capa de hielo cubriese todo de golpe. De nuevo me despedí de él, sin saber cuando volvería a verlo, sin saber cuánto tiempo pasaría sin estar hablando con él durante horas. Como en aquel entonces, cuando era pequeña, cuando no sabía nada, cuando simplemente quería. Le quería. De una forma especial. Y se alejó. Se alejó y no volvió. Y ahora me siento culpable. Quizás fue culpa mía, quizás él no quería que yo le quisiera de esa forma. Quizás le agobiaba demasiado. Agobio.


10 minutos de fría conversación. 10 minutos de tensión. 10 minutos que me hicieron sentir idiota, que hicieron que mi corazón temblase, y no debería temblar. Porque todo iba bien hasta que se lo dije, todo iba… bien. Hasta que, de nuevo, metí la pata. Siempre meto la pata.


Hasta la próxima, my dear friend. Ojalá nos volvamos a ver pronto. Te echo de menos.