Una poesía para el recuerdo

Su vida se derrumbaba
sin espacio para respirar.
A un paso entre la vida
y la muerte.

Sin luz, sin esperanza
vivió así, durante unos años.
Hasta que la muerte
le encontró.

En un callejón oscuro
fue perseguido sin más.
Sin una razón para vivir
fue atrapado.

Su vida se derrumbaba
hasta que fue abandonado.
En soledad, con crueldad.
Muerte segura.

Y así lo dejó todo atrás.
Sin que a nadie le importara
Sin que nada tuviera importancia.
Se fue.

Y, para no volver,
dejó un recuerdo.
En la oscuridad del bosque,
ella vive con su memoria.
Y jura que nunca lo olvidará.

Una poesía de recuerdo. Irene

Así…

En qué laberintos se extraviaban los sentimientos de los hombres y de las mujeres, en virtud de qué ley se convertían alternativamente en ángeles y ejecutores, en verdugos y víctimas los unos de los otros, monótonamente, sin aprendizaje ni descanso, sin que les sirviera de nada la experiencia del dolor ni los desalentara nunca por completo la repetición del fracaso.


Fragmento del libro «Plenilunio», de Antonio Muñóz Molina

El mundo de Sofía… Aristóteles

(Texto de ‘El mundo de Sofía’, de Jostein Gaarder. Traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo)

… Me estoy acordando ahora de ese juego que consiste en que uno se va fuera, mientras el resto de los participantes en la fiesta deben pensar en algo que el pobre de fuera tiene que adivinar al entrar.

[…]

De manera que fue Aristóteles quien inventó este juego. Y a Platón le podemos atribuir el invento del «escondite en  la oscuridad». A Demócrito ya le concedimos el honor de haber inventado las piezas de lego.

Hermes…

Quiero pediros una cosa fácil y justa, pues con justicia se me ha nombrado embajador justo ante un público justo, ya que no debe solicitarse una cosa injusta de personas justas, al tiempo que pedir una cosa justa a personas injustas es una necedad, ya que, como son inicuas, ignoran qué es la justicia y no observan la ley

Yuki…

«Nami… ¿Como se encuentran las ganas de seguir?»

Una pregunta para sí mismo… Porque aunque durmiendo parecía feliz… Lo cierto era que… no lo conseguía, no era capaz… No encontraba las ganas. Quizás… Nami debería esforzarse más por demostrarle que le importaba, que aquellas palabras no habían sido de mentira… volver a confiar en el corazón cuando tantas veces le había fallado… No era tan fácil, y despues de tantos meses aún no lo había conseguido pero… No perdía la esperanza, aún confiaba… en los pequeños recuerdos que de vez en cuando se le pasaban por la mente, haciendo que creyese un poco más en los sentimientos. Recuerdos de pequeños besos, pequeños momentos, alegres… Lejanos. si, eso… lejos, bastante lejos. Meses… se le hacían eternos. El cumpleaños de Nami… o mucho más atrás, el viaje a Nueva York, esas mañanas que se levantaban los dos, solos…  pero que no eran como en ese momento. Más cálidas, más… bonitas… Las echaba de menos, pero no era capaz de volver a estar así con Nami…. No de momento, al menos.

Muralla…

Esa muralla que encierra
el corazón en su tumba
intenta cerrar la herida
y acabar con el dolor
se alza impávida ante el alma
escondiendo el corazón
torna en hielo la mirada
y congela el interior. 
Más quien encuentra una grieta
y se esfuerza por entrar
puede atravesar la piedra
y llegar al corazón
Entonces llega una chispa
de lo profundo del alma
la chispa prende una vela
que derrite la mirada. 
Comienza a surgir entonces
una tímida sonrisa
surge pequeña y hermosa
más destruye la muralla
acaba con los cimientos
y deja paso al amor
hasta que el amor se apaga
hasta que vuelve el dolor

Golden Apple

«Hace muchos, muchísimos años, varios Siglos, para ser más precisos, la Nereida Tetis decidió casarse con Peleo, uno de los mortales más nobles. Todos los dioses asistieron a boda. Todos menos Eris, la diosa de la discordia que no fue invitada. También concurrió Paris, un pastor troyano.

Eris, herida por no haber recibido invitación, mandó al banquete una reluciente manzana y un sobre en el que indicaba que la misma era “Para la doncella más bella de la fiesta”

Como era de suponer, todas las diosas se disputaban la manzana. Hera, Atenea y Afrodita, eran las candidatas más firmes. Para evitar discusiones al respecto, Zeus ordenó que fuese París el encargado de tomar la decisión.

En un principio, Paris propuso hacer un reparto y dar a cada diosa un trozo de manzana, pero Zeus le ordenó que la más bella fuera solo una.

Paris, se entrevistó con cada una. Todas quisieron seducirlo y sobornarlo, y la única que lo consiguió fue Afrodita, la diosa del amor. Le prometió el amor de la mujer más bella sobre la faz de la tierra, Helena, hija de Zeus y esposa del rey Menelao.

Paris le dio la manzana y ella preparó el encuentro entre París y Helena quien al instante se enamoró de París. Ambos marcharon a Troya y se casaron.

Pero Atenea y Hera descontentas con la decisión, visitaron a Eris y con su ayuda, prepararon una guerra de todos los griegos contra Troya. «

Mucho se ha hablado y se hablará sobre la guerra de Troya. Paris, Helena, Aquiles y Ulises y el caballo de Troya. Un capitulo de Detective Conan, sin embargo, nos habla de la manzana de la discordia.

Eu teño medo…

Cando petan na porta pola noite.
A estar só cando non quero estar só.
A estar no medio de moita xente.
A quedar só no mundo
A non morrer nunca.
A morrer pronto.
A morrer estupidamente nunha estrada
A que lles pase algo aos meus
A que os que quero non me queiran.
A perder o gusto polas cosas que me gustan.
A que non haxe flores.
A non poder mirar as estrelas pola noite
A non poder mirar a paisaxe no outono.
Ao mar (desde o mar)
A mirar un día para o ceo e non ver un paxaro.
A ter que ir á guerra.
Á guerra, aínda que non teña que ir.
Ás almas misarables.
Aos que sempre din a verdade.
Aos que menten sempre.
A non ter medo a nada.
A ter moito medo.
Cando pasa moito tempo sen que ninguén pete na miña porta

Xabier P.Docampo