… Navidad

Me pregunto… me pregunto que hubiera pasado si no hubiese callado  nada. Si me hubiese lanzado. Si hubiese sido más directa y menos retorcida. Si no hubiese intentado engañarme a mí misma y decirme que no lo quería, que «solo era amistad». Me pregunto si las cosas hubiesen sido diferentes, si estaría ahora tratando de salvar distancias o, por el contrario, me hubiese olvidado de ti. Si sería capaz de olvidarme, si no te debiera tanto. Si no hubieses sido todo, mi salvación, mi cordura, esa mano a la que sujetarme…

… Hasta que sentí como si te hubiese ahogado. Hasta que sentí como si te hubieses ido. Hasta que sentí que sería difícil recuperar todo ese tiempo, esas conversaciones que tanto me ayudaron a crecer, que tanto me enseñaron, con las que aprendí casi todo. Aprendí más con mis errores.

Sin embargo, estoy confusa. No sé qué pensar, no sé qué piensas. No sé ni si te conozco, si sigues siendo el de ayer. Yo, desde luego, he cambiado. Gracias a ti, por tu culpa, por mi culpa, gracias a mis grandes errores y mis meteduras de pata. Me siento culpable, por todas y muchas cosas, por ti, por mi, por él. Me siento culpable por tantas cosas que dije y que callé. Por tantas que aún callo, por tanto daño que puedo hacer.

No sé si merecerá la pena llorar. No sé si reír.  No sé. Ojalá alguien me enseñara a amar, sería mucho más fácil. Pero, como tú mismo me dijiste, eso no se enseña. Tambien me gustaría aprender a olvidar. Y olvidarte, por que no sé si es bueno. Por qué no sé  nada.

Feliz Navidad a ti también. Y buenas noches. Y gracias. Y hasta pronto. Seguiré esperando que te conectes y hablemos. Que me mandes un mensaje, y hablemos. Que  me llames, y hablemos. Seguiré esperando, aunque no sea bueno.

Cierta Personita…

No hace mucho (una semana, quizás dos), pregunté por qué la vida no deja de darnos palos cada dos por cuatro. Solo una persona me respondió, solo una, pero… fue suficiente. Su respuesta me impresionó, me gustó tanto…. me encantó. Y no encantar de decir «oh, me encanta». No, no. Encantar de sentir, quizás, la magia de esas palabras.

Para que, después, nos levantemos y digamos «aún estoy aquí, no voy a rendirme».

Supongo que ahora esa persona ya sabrá quien fue (y quizás antes también). Es alguien que, desde el momento en que la conocí, supo estar ahí. Unas veces más, otras menos, pero siempre estuvo ahí (aunque quizás ni ella misma se haya dado cuenta). Una sensación extraña, con un pensamiento muy parecido al mio. Con nuestras diferencias, y eso la hace especial. Con sus dudas, y yo con las mías. Con sus abrazos al cruzarnos. Llegando temprano y entrando tarde por nuestra culpa. Su ayuda, siempre que la necesito. Esa forma de ser que tanto me gusta. Llamarla LOWELL en vez de María (o, en todo caso, tsundere), quizás porque la conocí así, hace no mucho tiempo (Agosto, ¿no?), sin saber, si siquiera, que iba a japonés. Como yo, pero en segundo (por lo tanto…. soy tu senpai =P).
No sé qué más podría decirte. Supongo que ahora me dirás que te sientes especial, o cualquier tontería de las tuyas. Quizás no te lo esperabas. Quizás…. Quizás… Y solo quizás. Guardo esas palabras, como muchas otras, para que me sirvan, en un futuro, ahora, YA, y dentro de muchos años. Y, espero, que todo siga como siempre.

Se le quiere, señorita Lowell, no lo dude.

Como un "nada va a cambiar" puede cambiar tu vida…

Despues de mucho tiempo sin actualizar, vuelvo a hacerlo. Esta vez creo que es una necesidad mía, una intención de desahogarme y de razonar para mí misma. Pero, antes de nada, quizás debería poner unos antecedentes.

Nunca he tenido nada sobre lo que escribir. Mi vida no es gran cosa y nunca ha sido muy interesante. No soy especialista en realmente nada, por lo que no hay nada de lo que pueda hablar y no hay muchas cosas que, en este momento, me motiven demasiado. Nunca he tenido una razón para escribir, solo puro aburrimiento, y no creo que un día y una conversación vayan a cambiar esa costumbre, pero… esto es algo que me ha chocado. Y… ¿por qué no? Voy a compartirlo.

Tengo 16 años y voy en 1º de Bachillerato, ¿vale?  No soy una alumna especialmente aplicada, no me gusta estudiar pero  tampoco saco muy malas notas (algunas bastante buenas, todo hay que decirlo). ¿Para qué estudio? Supongo que, como todos, para intentar alcanzar algo en un futuro. Creo que ya no lo sé. Una de mis asignaturas favoritas es Filosofía, simplemente me encanta analizar la forma de pensar de la gente, de actuar, saber como pensaban antes y por qué hay esta conciencia mundial. Es una de mis asignaturas favoritas, sí, pero a veces me deja tocada. Sobre todo cuando me senté con cierta persona.

Deciros que no tengo nada en contra de la persona de la que hablo. Esa persona tampoco es un alumno ejemplar, es más bien vago y es de esas personas que van al instituto para pasar el rato, y no para estudiar. Es algo que tiene claro. Nunca hace un examen ni hace los ejercicios ni toma apuntes. Sus notas no suben del 2, en la mayoría de los casos porque entrega los examenes en blanco. Y no es porque le parezca difícil o no sea capaz. Simplemente, no quiere. Creo que es una persona inteligente, solo que es idiota. Siempre he pensado que, si tan solo se esforzara un poco, lograría sacar buena nota o, al menos, aprobar. Solo con esforzarse un poco, pero le da igual.

Tambien he de decir que esto siempre fue algo que me intrigó. ¿Por qué desperdiciar el tiempo de esa manera? Horas de clase y de examenes que no le están sirviendo para nada. ¿De qué le sirve estar en el instituto? Ya que está matriclado y va a clase, podría hacer algo, podría intentarlo. Nunca conocí a una persona tan… «pasota», y nunca lo entendí tanto como hasta ahora. Tuve la oportunidad, me lancé. Aproveché que mi compañera de mesa no estaba y que el profesor de Filosofía puso a este chico a mi lado para que dejara de hablar y le pregunté. Le pregunté por qué no estudiaba, si no había nada que quisera ser, si no tenía ningunas expectativas para el futuro. Y lo peor fue que su respuesta fue contundente. Se encogió de hombros, como suele hacer, y dijo: «¿Para qué? ¿De qué te va a servir estudiar? No hay materias primas, no hay trabajo, no hay futuro, no hay nada». Me pareció una manera pesimista de ver las cosas. Y, sinceramente, me produjo escalofríos. Pero yo no me doy por vencida con tanta facilidad. Me da pena que alguien desperdicie así su vida, por eso me propuse intentarlo. ¿Acaso pensaba que eso no podía cambiar? ¿Que el mundo no iba a cambiar? ¿Que el país no podía mejorar? Y su respuesta me hirió, me dejo sin palabras. «No creo, nada va a cambiar», convencido, claro.

Me quedé callada y, hablando claro, jodida. Porque, aunque no me quiera dar por vencida y aunque no lo vaya a reconocer, tiene razón. Al menos en parte. Aunque no quiera creerlo. Y por muchas vueltas que le dé, no sé como quitarme esas palabras de la cabeza, esa forma de pensar, ese pesimismo. Esa certeza, como una flecha clavada en mi mente. Si eso fuera cierto, si por alguna razón fuera cierto… ¿Para qué estudiamos? ¿De qué nos sirve? Yo estudio porque quiero hacer algo que me guste, porque quiero llegar a ser algo. Pero el éxito en si es cuestión de suerte. Entonces… ¿De qué me sirve? No he perdido la motivación, pero… no sé como tomarmelo. Esas palabras, esas ideas. Una mente, hasta cierto punto, brillante tremendamente desperdiciada. Y no supe qué decirle, ninguna palabra para refutar lo que dijo. Que conste que aun las sigo buscando, pero, simplemente, no las encuentro.

Una serie de reflexiones que me gustaría compartir con alguien. Sé que nadie lo va a leer… o al menos no está en mis expectativas. Me gustaría que alguien me diera alguna idea. No es que quiera implicarme personalmente con alguien, solo pretendo resolver mi propia duda y quedar con la conciencia tranquila porque sé que en algun momento, como le dé muchas vueltas a esto, seré capaz de mandar los estudios «a la mierda» y darlo todo por perdido como algunos ya han hecho.