Hoy quiero hablar de un problema que hace mucho que padezco y que a veces me impide hac una vida «normal». Se trata de la fobia social. Tengo MIEDO a estar en grandes grupos de gente, en fiestas con mucha mucha gente.Me agobia estar allí y no sentirme útil, y no hacer nada útil. Tengo miedo a meter la pata, a decir algo y cagarla, que a alguien le sienta mal. Caerle mal a la gente por mis «ocurrencias» o estupideces.
Me agobian las grandes multidudes. Un concierto, una calle abarrotada, cualquier situación en la que me vea rodeada de gente resulta agobiante para mi. Siento que me quedo sin aire, que tengo la necesidad de salir. En realidad, es en estas situaciones donde mi fobia social se manifiesta realmente. Lo paso mal. Soy capaz de estar en una fiesta, soy capaz de estar con un grupo de gente hablando (luego mi cabeza le dará mil vueltas), pero siento PÁNICO a los sitios llenos de gente. Me vuelvo loca buscando una salida, un hueco con menos gente, un sitio donde poder respirar. Solo imaginarme entre una gran multitud, mi cuerpo empieza a hiperventilar y angustiarse. Esto tiene un nombre: enoclofobia. Miedo a las multitudes.
Dicen que alguna de las razones para esta fobia es la timidez. Pero… ¡Yo no soy tímida! A mi no me importa hablar por teléfono cuando tengo que hacerlo. A mi no me importa relacionarme puntualmente con desconocidos. Es cuando empiezo a relacionarme con un grupo o con determinadas personas, cuando empiezo a entrar poco a poco en grupo, cuando me llegan los pensamientos negativos, cuando me empiezo a agobiar, a sentir juzgada, a pensar «¿estoy haciendo lo correcto?», «¿está bien lo que hago?», «¿qué pensarán de mi?». Y el miedo a meter la pata. Y, finalmente, cuando meto la pata (o creo que meto la pata), no dejo de darle vueltas y vueltas y empiezo a sentirme mal. Y entonces me digo «nunca más», y la proxima vez se me hace más difícil intentarlo, integrarme. Y vuelvo a intentarlo, y vuelvo a meter la pata. Siempre acabo metiendo la pata.
El otro día quedé con unas personas para hacer un reportaje. Por lo pronto, nada más llegar me hicieron actuar. Unas chicas me cogieron por banda y ala. Y a mi que me da miedo salir delante de una cámara, lo hice sin pensarlo.»¡Prueba superada!», me dije. Luego me invitaron a un café. Sin problemas, no tomo café, pero subimos a casa de Ana a tomar algo mientras esperabamos a que otra chica trajera a sus perras e ir a dar un paseo por el monte. Ya en el monte, con sus perros, las cuatro chicas que allí estaban, me empecé a agobiar en ocasiones. Me preguntaba si de verdad estaba bien, si «encajaba» allí. Me contaban cosas que yo desconocía, hechos pasados. Y me sentía una intrusa. Siempre me siento una intrusa.
Y luego me dicen que deje de suponerme menos que el resto el mundo… Después de días sin tener mi propio espacio personal. Después de días sin tener un hueco para respirar,entre reportajes, rescates, salidas a Vigo… Después de días sin estar «sola». Incluso cuando más sola estoy, por las noches, me sentía acompañada. ¿Cómo no voy a suponerme menos que el resto? He estado rodeada de gente estupenda. ¿Como no voy a suponerme menos que el resto? ¡Si con estar al lado de gente tan grande ya tiemblo! ¡Si cuando ellos no piensan en otras cosas que hacer el bien, yo solo pienso en mi misma y en mi pequeñez! Si intento integrarme, pero cuanto más lo intento, mi cerebro más negativo se vuelve. Siento que tengo demasiado ego, que pienso demasiado en mí, e intento reducir ese ego. Y me vuelvo pequeña.
Últimamente me estoy esforzando. Esforzando por ser otra persona. Esforzando por vencer estos miedos. ¿Hay que hacer un reportaje? ¡Voy! ¿Hay que salvar a una perrita de la calle? ¡Voy! ¿Cuantos somos? 40. ¿Qué más da? Pero luego lo pienso y pienso en todas las tonterías que habré escrito en el chat y me pregunto qué opinión tendrá la gente de mi. Y me empiezo a agobiar. A través de una pantalla me siento segura, pero en persona… Hoy por fin tenían a la perrita y fui a cubrir el turno que ya tenía asignado para vigilar la jaula trampa. Empezó a llegar gente y gente a verla (normal! Están en su derecho!). Yo quería esperar a que la jefa llegara a buscarla. Pero fui incapaz. Me pregunté… ¿para qué? ¿Para qué voy a estar aquí mirando como hacen los demás? Solo seré un estorbo. Y me fui. 15 minutos despues llegó la jefa, pero yo ya no estaba. Me perdí la emoción del encuentro… pero es que había TANTA gente…tanta gente que solo había ido a ver a la perrita, a «cotillear», como dijo una compañera (sin mala fe), que me agobié. ¡Y eran poco más de 10 personas! De repente cayó sobre mí todo el peso de la socialización.
Y ahora, cuando he tenido un rato para pensar, ahora que las cosas se han calmado… Por una tontería me ha dado un ataque de ansiedad . Que ni siquiera sé qué tontería fue, porque fue un pensamiento que se me cruzó por la cabeza y a los 2 segundos ya no me acordaba del pensamiento, pero la ansiedad se había instalado en mi pecho. Y escribo esto aún con la ansiedad instalada en mi. Y debería estar aliviada. Se acabaron los compromisos sociales (espero), al menos por un tiempo! Y sin embargo, ahora mismo solo me siento ansiosa y agobiada. Como si todas las tareas pendientes, todo lo que tuviera que hacer, me viniera ahora a la mente. Como si el tiempo no me diera para nada.
Apufff…. La buena noche me espera.